Ex Convento de Tepoztlán..son recreados 4 siglos de vida monacal

Cuatro siglos de vida monacal del Museo Ex Convento de Tepoztlán (de la Natividad), en Morelos, son recreados a través de una instalación lumínica que “dibuja las huellas de la historia” impresas en los pasillos y muros de este histórico inmueble de estilo medieval con elementos renacentistas, construido en el siglo XVI bajo la conducción de los frailes dominicos.

Marcela Tostado, directora del recinto adscrito a la red de museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), señaló que este proyecto de la artista Cecilia Ramos, busca “destacar por medio de video, audio y lumínica el ambiente monástico a partir del siglo XVI, pero desde la perspectiva del siglo XXI, con los recursos tecnológicos que tenemos en la actualidad”.

Esta propuesta, con una duración aproximada de 40 minutos, consta de seis momentos en los que, por medio de la luz, se conduce a los visitantes por los principales espacios del recinto, cuyos muros fueron decorados con pinturas al temple.

El recorrido inicia en la Sala de Profundis, ubicada entre la cocina y el comedor, donde los frailes oraban antes de tomar sus alimentos. Ahí se escucha el salmo De Profundis, que se rezaba en el salón en memoria de los frailes difuntos, y se observa la pintura que decora este espacio con la imagen de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los dominicos en 1215, y de fray Domingo de la Anunciación, quien en 1538 encabezó la evangelización de Tepoztlán, además de otros religiosos de distinta jerarquía.

El comedor o refectorio es el segundo punto del recorrido, donde eventualmente los pobladores más necesitados compartían la mesa con los frailes. Se continúa por el primer salón de la planta alta, donde se observa un video con las pinturas que decoran los corredores de la planta baja.

En él aparecen tritones, seres fantásticos con torso humano y cola de pez, que sostienen rodelas con monogramas de Jesucristo y la Virgen María, floreros con claveles, coronas de espinas y otros elementos que recuerdan la Crucifixión.

El recorrido sigue en los corredores de la planta alta donde la luz descubre la monumental arquitectura del edificio y se observan los muros del patio interior, donde se han identificado más de 100 grafitis realizados por los indígenas durante la época colonial, como resultado de las labores de conservación. Al mismo tiempo se escucha un audio con sonidos característicos del monasterio y de las montañas de Tepoztlán, que evocan el transcurrir del tiempo.

El último punto del recorrido son los corredores de la planta baja, donde el visitante puede admirar la pintura mural y escuchar un texto en náhuatl que recopila conversaciones cotidianas anónimas.

“La luz hace posible todo lo visible; los contrastes de luz y color con métodos de origen en la pintura y el grabado, que yacen en este museo, permiten que hoy podamos acceder a ese valioso registro. Es por ello que la luz deshebra todo lo que se nos heredó como patrimonio de la humanidad”, señaló a su vez Cecilia Ramos, creadora del programa de lumínica.

Tres temas se repiten en sus murales: un círculo con cuatro flores de lis en forma de cruz representa el escudo de los dominicos; los “perros de dios”, domican en latín, simbolizan a los dominicos, el emblema de la Virgen María y el monograma de Jesucristo, con las iniciales IHS, primeras letras del nombre de Jesús en griego.

Marcela Tostado precisó que esta propuesta de Cecilia Ramos se pondrá en práctica durante los próximos cinco sábados a partir de hoy a las 18:30 horas, con acceso gratuito. El objetivo es que se pueda presentar cada mes durante la Noche de Museos.

El convento perteneció a los frailes dominicos 200 años y al finalizar el siglo XVIII pasó a manos del clero secular; así permaneció hasta 1935 cuando fue declarado museo y monumento histórico por el gobierno federal.