Giselle este ballet ha sido definido como la obra maestra absoluta del teatro de la danza del romanticismo; constituye una pieza pura y fundamental de la danza clásica, tanto por el tratamiento de los ideales románticos, como por el empleo de la más refinada técnica teatral del siglo XIX.
En conferencia de prensa, Tihui Gutiérrez, quien fuera primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) de 1994 al 2000, se refirió a Giselle como el ballet más importante para todas las compañías de ballet clásico, ya que define por excelencia el estilo romántico; “en él por primera vez las bailarinas empezaron a pararse en puntas”, señaló.
La coreografía está basada en el libreto del poeta, novelista y dramaturgo francés Théophile Gautier, la cual narra una historia germana de ultratumba que conlleva cierta tristeza e incluso amargura. En ella ocurre que las doncellas que mueren vestidas de novia antes de llegar al altar se convierten en willis, blancos fantasmas que vagan por los bosques con el claro de la Luna para llorar su pena y buscar venganza.
Se aparecen sobre todo en los cementerios por las noches, para buscar hombres y hacerlos bailar y bailar hasta su muerte, en venganza de que las abandonaron en el altar. El origen de las wilis se da en los cementerios al aparecer en forma de luces, ya que por la cantidad de huesos el fósforo provoca que salgan destellos, esto fue lo que interpretaron los centroeuropeos como las wilis, mencionó Tihui Gutiérrez.
Giselle es el epítome de la heroína romántica, porque ella que es una campesina muy dulce sufre en el primer acto el engaño del príncipe Albrecht, situación que la lleva a la locura e incluso a la muerte.
Este acto termina con una catarsis muy demandante histriónicamente para la bailarina Giselle, interpretada por la primera bailarina Mayuco Nihei, en quien “se recoge de manera inmediata toda la emoción que se despilfarró en la locura, para llevarla a un espíritu en el segundo acto”, comentó Tihui Gutiérrez.
El segundo acto es alarde de uno de los cuerpos de baile más demandantes de técnica y de estilo, con la emblemática diagonal de bailarinas wilis, ataviadas con tutús largos y blancos, comandados por la reina de las wilis, Mirta, papel interpretado por la bailarina Bárbara Treviño.
“Para los bailarines este ballet representa un reto enorme, porque además del control, de la técnica, del despliegue de virtuosismo, de pas de deux, duetos, de variaciones, existe un elemento que en el resto de los ballets no es tan demandante, que es el histriónico, además de contar la historia se requiere llegar a un estado emocional catártico para que el público te siga, viva y se cimbre, aseguró la maestra de la agrupación.
En Giselle participa toda la compañía y en esta ocasión el papel de Albrecht, el protagonista masculino, será interpretado de forma alternada por los bailarines Erick Rodríguez y Argenis Montalvo, este último dará vida por primera vez al personaje.
“Estoy emocionado porque es el primer papel que realizo como primer bailarín de la compañía. Siempre he pensado que es un papel de graduación para cualquier ejecutante”, señaló Argenis Montalvo.
Los bailarines expresaron su emoción y gusto por ejecutar este ballet que exige mucho, técnicamente hablando, de un bailarín, además de la fuerza interpretativa requerida.
Por su parte, la maestra añadió que cada bailarín imprime su propia personalidad, lo que hace de cada interpretación una función distinta, única, irrepetible y efímera que cada quien lleva en su corazón.
Giselle, con coreografía de Jean Coralli y Jules Perrot; música de Adolphe Adam y diseño de escenografía y vestuario de Antonio López Mancera, se presentará en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes el sábado 20 de junio a las 16:00 y 19:00 horas; el domingo 21 a las 17:00; el martes 23 y el jueves 25 de junio a las 20:00 horas.