Si alguna vez imaginamos los primeros días de la Tierra, probablemente evocaremos, sin saberlo, los paisajes de Groenlandia. De hecho, cuando el avión aterriza en la antigua base militar estadounidense de Kangerlussuaq –el mayor aeropuerto del país–, te invade la certeza de que, esta vez sí, estás donde terminan todos los mapas.
Con 300 días al año de cielos despejados, Kangerlussuaq tiene un fascinante aspecto postmilitar de simétricas viviendas de hormigón. Estos antiguos barracones para soldados, pintados de vivos colores una vez pasada la Guerra Fría, contrastan con la calidez de la iglesia de madera que se erige en el centro de la ciudad.
El templo fue obra de los colonos daneses que llegaron a la isla en 1714 y la evangelizaron tras un largo proceso de casi 200 años. El poderoso arraigo de la cultura inuit, la dureza del clima y la enormidad del territorio no se lo pusieron fácil a los daneses, pero su tenacidad les llevó a ejercer una soberanía sobre Groenlandia que se ha mantenido hasta hoy.
Los paisajes que rodean Kangerlussuaq son un buen preludio a la inmensidad paisajística de la bahía de Disko: el gigantesco glaciar de Sermersuaq, prados cubiertos de flores o de nieve según las fechas, y vastas llanuras que son el hogar del buey almizclero, un hervíboro contemporáneo del mamut.
Un poco más al norte se ubica Sisimiut, la segunda ciudad de Groenlandia después de Nuuk, la capital. En ella viven 6.000 personas y más de 2.000 perros árticos, un animal cuya existencia es esencial para tirar de los trineos durante los meses invernales. Sisimiut es un buen lugar para conocer algo mejor a los habitantes de Groenlandia, los inuit.
Sus costumbres y modo de vida no está tan lejos de los saqqaq, los moradores de la isla hace más de 4.000 años. La mayoría, especialmente los que viven en las ciudades, han abrazado el estilo de vida del siglo XXI, pero muchos siguen siendo cazadores seminómadas y aún utilizan enseres que llegaron con sus antepasados desde la isla de Baffin: los leister (arpones de pesca), los kayaks y los cuchillos labrados en cuerno de reno, entre otros.