México.- El Palacio de Bellas Artes desde sus ausencias, desde esa historia que no es la oficial, aquella que se refiere a anécdotas que permanecen en el olvido o la que va más allá de la monumentalidad del edificio, es la que guarda la exposición Quodlibet, que hoy a las 19 horas inaugura Pablo Helguera en la sala Paul Westheim del Museo del Palacio de Bellas Artes.
Artista visual, creador de obras que han abordado temas como los museos, la pedagogía, el lenguaje y la memoria, Pablo Helguera presenta un conjunto de piezas a partir de la historia, relatos y significados del edificio cuya inauguración tuvo lugar en 1934 y que fue una “herencia del porfiriato para la generación revolucionaria”.
“Comencé a encontrar un patrón sobre las ausencias, el vacío -explica Helguera (Distrito Federal, 1971)-. Pensé que sería interesante narrar una historia a través de lo que no está, como la película perdida El coloso de mármol, una de las más importantes de la historia de México, que es sobre los logros de la Revolución Mexicana, fue creada en el año 26, aproximadamente. Era una película propagandística. Pero ya no está, es por investigadores como Aurelio de los Reyes que sabemos de ella. Como en ese caso, busqué hacer una historia sobre las ausencias, una historia crítica del lugar con base en nuestra memoria selectiva, en las anécdotas perdidas”.
Otra de esas historias es la del concierto de María Callas, en los años 50, quien como lo había hecho la mexicana Ángela Peralta en el siglo XIX, interpretó un mil bemol al final del acto II de Aída, que no estaba en la partitura. “Fue algo muy difícil, pero la Callas lo hizo y generó una ovación en el teatro, aunque el enojo de sus compañeros en la escena”.
Otro ejemplo es Llamadas, de Carlos Chávez. “Fue una sinfonía muy socialista, de la Revolución, sobre los trabajadores, los obreros que llegaban al poder, pero fue severamente criticada por el poeta Jorge Cuesta. Tanto, que Chávez no volvió a ejecutarla jamás”.
Igualmente, entre las piezas que presenta Helguera figura una acerca del papel del Palacio tras la expropiación petrolera, cuando a este edificio llegaron miles de mexicanos, convocados por la esposa del general Lázaro Cárdenas, María Solórzano, para donar bienes y con ello pagar la deuda.
“Todos pasaron por Bellas Artes en la colecta, miles de personas de todas las clases sociales vinieron a contribuir con todo lo que tenían, pollos, joyas, cuadros… hay películas de esto, y vamos a proyectar algunos de esos momentos”, describe Pablo Helguera.
Los hechos que seleccionó, precisa Helguera, se pueden categorizar en dos: “Están aquellos incidentes como anécdotas y pérdidas, y luego anécdotas que tienen que ver con una afirmación nacionalista, de identidad colectiva”.
El artista presenta páginas a partir de un álbum histórico que se publicó en los años 30 del siglo pasado; recurre a una estrategia de literatura restringida para resignificar los textos, proyecta imágenes y música. Al final de la muestra conduce al espectador por un grupo de piezas referidas a escenografías de obras que se han producido a lo largo de la historia del Palacio, aparecen por ejemplo ángeles colgados, un camello que pudo ser parte de alguna puesta de Aída y un grupo de soldaditos de El Cascanueces, son como restos de una memoria artísticas, objetos que no son desechados pero que tampoco llegan a ser reutilizados.
Sobre el nombre que eligió para la exposición, el artista visual afirma que “quodlibet” era una forma del barroco tardío, que fue utilizada por Bach y sus contemporáneos para generar piezas ligeras que incorporaran varias melodías del momento en un popurrí. Y es una variedad de piezas, como de distintos momentos, lo que justamente ofrece en esta exhibición.
Pablo Helguera estudió Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas y en el Instituto de Arte de Chicago, fue director de Programación Educativa del Museo Solomon R. Guggenheim y actualmente trabaja en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Agencia El Universal