Otras puertas del infierno están en Turquía, Japón o Nicaragua. La primera de ellas se encuentra en Pamukkale, más concretamente en la ciudad bíblica de Hierápolis, Patrimonio de la Humanidad.
Aquí recibió el nombre de Puerta de Plutón por los grecorromanos, ya que este era el dios de los muertos y del inframundo.
En 2012, un grupo de científicos de la Universidad de Salento comprobó que los gases que emanaban de esa cueva, y que provenían de la actividad tectónica de la zona, eran muy tóxicos, lo que provocaba que las aves que se acercaban murieran asfixiadas.
Hoy, la puerta continúa cerrada al público, aunque en ella aún se conservan las inscripciones que hacen alusión al inframundo.