Historia de la infancia en México, campo fértil para la reflexión

México, D.F.- “La historia de la infancia en México es aún un campo fértil para la reflexión y el análisis histórico sobre un miembro de la célula familiar prácticamente olvidado en la historiografía nacional”, aseguran las investigadoras María Eugenia Sánchez Calleja y Delia Salazar Anaya, de la Dirección de Estudios Históricos (DEH).

Desde hace más de una década, estas investigadoras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) han estudiado el fenómeno de la infancia e impulsado la realización de coloquios donde se presentan trabajos históricos y se discute, desde diferentes ópticas y abordajes metodológicos, el rol de los niños en la historia nacional.

Producto de estas reuniones son dos libros colectivos: Los niños: su imagen en la historia (INAH, 2006) y Niños y adolescentes: normas y trasgresiones en México, siglos XVII-XX (INAH, 2008), ambos coordinados por Sánchez Calleja y Salazar. Está por aparecer un tercer volumen: Los niños: el hogar y la calle (siglos XIX y XX).

Además, del 11 al 13 de octubre del presente año, se realizará en la Dirección de Estudios Históricos del INAH un coloquio donde especialistas de México, Argentina, Chile y Ecuador analizarán los distintos métodos y perspectivas para abordar hacia dónde van los estudios de la infancia en la región.

Infantilización de la niñez
Sánchez Calleja explicó que la manera en que se ha concebido a la niñez —y por tanto su representación y conceptualización cultural, social y política— no es estática, sino que se ha venido modificando a lo largo de la historia. Se podría decir que, a partir de la revolución industrial, se ha dado un proceso infantilización de la niñez, es decir, considerar al niño vulnerable.

Otras concepciones han visto a los niños como “propiedad” de sus padres o bien “pequeños seres humanos enteramente dependientes de los mayores”, y en el mejor de los casos, como “germen de las nuevas generaciones y continuadores de la cultura y la sociedad”; sin embargo, una conceptualización más actual del infante lo ubica como sujeto de la historia.

La investigadora de la DEH puntualizó que la concepción del niño como un ente “frágil e inocente” es una construcción cultural del mundo occidental en la época moderna, pues anteriormente al siglo XVIII, al niño se le daban otros atributos. Por ejemplo, en el siglo XVI, cuando se podía valer por sí mismo, ya era un adulto, un “adulto chiquito” que debía trabajar para ayudar a la economía familiar.

Es hasta el siglo XIX cuando surge la pediatría e ideas como el cuidado y crianza de los niños, además, se hace obligatoria la educación. En las leyes, a los menores de edad que delinquen ya no se les considera delincuentes, sino transgresores.

La doctora Sánchez Calleja señala que en nuestro país, después de la Revolución, comenzó a darse importancia a los derechos de los niños: en 1921 se celebró en la Ciudad de México el primer Congreso Mexicano del Niño, que dio como resultado una serie de propuestas para su protección, que desembocaron, entre otras cosas, en la educación básica obligatoria y la creación del Tribunal para Menores.

“Las medidas de protección a la infancia fueron acogidas en México no solamente por la influencia de los movimientos internacionales a favor de la infancia, sino porque el país tenía un problema real de delincuencia, vagancia y abandono de los menores”.

Durante todo el siglo XX, “el niño adquirió importancia en la medida que se convirtió en objeto de estudio, sujeto de derecho y de protección bajo la tutela de los padres o del Estado. Se hablaba de un niño ideal, de un deber ser, el que tenía derechos desde que se engendraba hasta cumplir los 18 años, pasando por la atención escolar, médica, de alimentación, vestido, higiene y cuidados, y también se les protegía restringiendo el trabajo a los menores de 14 años”, abunda la especialista.

Estudios sobre la infancia
Las investigadoras de la DEH destacan que “el análisis de la vida privada, de la familia y de cada uno de sus miembros en sus particulares etapas, como la infancia, la adolescencia y la juventud, aún ofrecen muchas interrogantes a resolver en la historia mexicana”.

No obstante, reconocen en la introducción del libro Los niños: su imagen en la historia que, “en el ámbito historiográfico mexicano, la preocupación por rescatar el pasado infantil ha empezado ha despertar un especial interés entre los historiadores”. Desde campos tan diversos como la pedagogía, psicología, demografía, antropología y educación, se han emprendido estudios de los niños de distintas épocas.

En varias universidades del país, así como en centros de investigación, existen seminarios dirigidos al estudio de la infancia y la adolescencia. En el INAH, por ejemplo, en la Dirección de Etnología y Antropología Social, la maestra Rocío Hernández Castro coordina el Seminario Permanente de Estudios de los Niños y Adolescentes desde 1994.

También se han hecho estudios sobre el papel de los niños en los conflictos armados, como la Independencia y la Revolución mexicanas: Beatriz Alcubierre y Tania Carreño King, en Los niños villistas: una mirada de la infancia en México (INEHRM, 1996); Guadalupe Jiménez Codinach estudió a los Niños de la Independencia, dirigentes de la nación, 1880-1890 (El Colegio de México, 1998). Por su parte, Eugenia Meyer hizo una revisión sobre el particular en ¿Dónde están los niños? Reflexiones para una historia de la infancia durante la Revolución (INAH, 2000).

Asimismo, investigadoras como María del Consuelo Maquívar, Eloísa Uribe y María Concepción Lugo Olguín se han detenido en temas como la representación pictórica y escultórica, civil y religiosa, de los niños en el arte mexicano de siglos pasados, así como el papel que han tenido las imágenes fotográficas y cinematográficas en los siglos XIX y XX para mostrar a la infancia.

En este último campo, destaca el trabajo realizado por Julia Tuñón (“La imagen de los niños en el cine clásico mexicano”) y el investigador del Instituto Mora, Alberto del Castillo Troncoso, quien analiza “La invención de un concepto moderno de niñez en México” a través de la fotografía.

Mencionaron que también hay estudios de los abordajes históricos de la infancia en la legislación, reglamentos y códigos, que tratan de definir y normar su actuar en sociedad. En este ámbito, María Eugenia Sánchez Calleja realizó el estudio “Niños desvalidos, abandonados o delincuentes”, a partir de la investigación del paulatino reconocimiento de sus derechos, particularmente en el siglo XX.

Finalmente, algunos especialistas se interesan por el rastro que deja el niño en la memoria familiar, como es el caso de Delia Salazar Anaya, que ha investigado una serie de cartas, diarios, memorias y biografías resguardada en el Acervo Histórico de Testimonios Familiares (AHTF) de la Biblioteca “Manuel Orozco y Berra” de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.