II Coloquio Internacional sobre Religión y Música

La música es fundamental para la religión, ya que prácticamente no hay ninguna doctrina religiosa que no esté ligada a esta actividad creativa. Bajo esta premisa en el Museo Nacional de Antropología realizó el II Coloquio Internacional sobre Religión y Música, el pasado domingo 8 de octubre a las 11:00 horas.

Organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la Dirección de Etnología y Antropología Social de la Coordinación Nacional de Antropología, en colaboración con la Sociedad Mexicana de Estudios de la Religión (SMER), el encuentro académico contó con la participación de especialistas en la materia, para después dar lugar al acompañamiento sonoro alusivo a la temática.

La antropóloga Yolotl González Torres, coordinadora del coloquio, refirió que la música sirve para entrar en estado de trance, de ahí que grupos religiosos, como los protestantes o evangelistas afroamericanos, recurran a géneros musicales como el góspel, que los lleva a una suerte de éxtasis místico”.

La especialista en religión y culturas asiáticas detalló que esta reunión dió inicio con la conferencia Mitos y música prehispánica, que impartió la escritora y académica de la UNAM, Blanca Solares, y en la cual hablo sobre la importancia de esta expresión cultural en la vida religiosa de los ancestros que, pese a que no se sabe con exactitud cuáles eran las melodías que interpretaban, se tiene cierta noción del tipo de instrumentos que se utilizaban en rituales.

La ponencia fue redondeada con la presentación musical del Grupo Tezkayoloh: corazón de cristal, que recurre a instrumentos que se utilizaban en la época prehispánica, según las fuentes históricas, como el teponaztli y el huehuetl.

La segunda conferencia, Sones de costumbre: música ritual de la Huasteca, del etnólogo Gonzalo Camacho Díaz, verso sobre la música indígena actual, cuyo antecedente recae en las prácticas musicales empleadas en rituales prehispánicos relacionados con la producción del maíz.

Se conto con la actuación de la agrupación Ahuejote, que interpreta música ritual, principalmente los llamados canarios (adaptación del son barroco español), que se ejecutan en las fiestas del ciclo agrícola.

Luego tuvo lugar la participación del director de orquesta y coros Francisco Grijalva Vega quien, junto con el Ensamble In Arcis, recrearon Anónimos del barroco mexicano. Se trata de una plática y una breve presentación coral sobre distintas obras inéditas y anónimas, descubiertas en el Ex Convento de El Carmen.

La segunda parte del programa, que dió inicio a las 16.30 horas, se centro en dos personajes de la música contemporánea: John Coltrane y Bob Dylan.

Sobre el destacado jazzista estadounidense, fallecido en 1967, el reconocido músico Marcos Miranda dictó la conferencia John Coltrane y la religión. Ahonda en la vida y obra del artífice del disco A love supreme (Un amor supremo, 1964), considerado por la crítica como su obra cumbre que tiene un papel destacado en la historia del jazz, no sólo por ser una masterpiece u obra maestra, sino porque se trata de una suerte de plegaria, cuyos ritmos son una búsqueda de trascendencia mística y comunión.

“Coltrane fue adicto a la heroína, pero tras tener una visión, la dejó para dedicarse a predicar la religión evangelista. Fue deificado y tiene una iglesia con su nombre: la Iglesia Ortodoxa Africana de San John Coltrane (Saint John Coltrane Church), ubicada en San Francisco, California”, comentó Yolotl González.

La parte musical corrió a cargo de Marcos Miranda y la Sociedad Acústica de Capital Variable.

El encuentro concluyo con la ponencia El evangelio según Bob Dylan, a cargo de la musicóloga y cantautora Delia Martínez. Se trata de uno de los músicos más influyentes en la actualidad y una leyenda del rock, cuyo trabajo fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura 2016, por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense.

De origen judío, Dylan se convirtió al cristianismo evangélico a finales de la década de los años setenta. La parte musical estuvo a cargo de Delia M. en la voz, Juan Manuel Ledezma en la guitarra, y Ernesto Martínez en el bajo