Chetumal.- Producto de más de tres lustros de trabajo arqueológico, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) integraron el plano más completo de un sitio maya de la costa oriental de México.
Se trata de un área de tres mil 500 hectáreas, ubicada en Playa del Carmen, en Quintana Roo, donde en la época prehispánica residió la gente común de esta antigua civilización, entre 150 a.C. y 300 d.C.
En esta gran extensión, además de restos de conjuntos habitacionales, los arqueólogos han logrado el registro de tres espacios ceremoniales, además de cuevas y cenotes, algunos de los cuales tienen en su interior templos miniatura y relieves, e incluso restos de animales que posiblemente fueron ofrendados.
Lo anterior es resultado de cerca de 17 años de trabajos de salvamento arqueológico, investigación y conservación, efectuados en terrenos de una empresa privada, ubicados en el municipio de Solidaridad, Quintana Roo, compañía con la que el INAH en 1986 signó un convenio para la salvaguardia de este patrimonio cultural.
El arqueólogo Luis Alberto Martos López, quien asumió en 1990 esta tarea de exploración, tendiente a determinar áreas de reserva ecológica y arqueológica, señaló que a partir de diversas temporadas de campo, además del hallazgo de diversos materiales, se logró realizar mapeo del área, conformada por los predios La Rosita, Punta Venado, El Corchalito y La Adelita, que conforman las tres mil 500 hectáreas.
El registro de la superficie se hizo palmo a palmo mediante retículas y cuadrantes de 100 por 100 metros, de tal forma que se integró el que puede ser considerado “el plano arqueológico más completo que se tiene de un sitio de la costa oriental de México”, destacó el especialista.
“En este gran recorrido encontramos series de bardas que delimitan solares, complejos habitacionales y ceremoniales, además de cuevas -algunas de más de 12 kilómetros de profundidad, como la denominada Aktunkoot o ‘Cueva de las albarradas’, cenotes, aguadas y otros elementos”, señaló Martos López.
Luego de asentar estas evidencias arquitectónicas, ligadas a componentes naturales, se procedió en una segunda etapa a la exploración de algunos conjuntos y se logró la restauración del grupo habitacional Mulxchú, conocido entre los pobladores de Playa del Carmen como “El Pueblito”.
Efectivamente, “El Pueblito” es un ejemplo de lo que fueron las moradas de la gente común. En las casas de planta circular se observan metates, también se encuentran estructuras a manera de apiarios, y objetos como pesas de redes y hachuelas, elementos de la antigua vida cotidiana maya que escasamente se pueden observar en otros sitios arqueológicos.
El salvamento de la segunda temporada conllevó también la protección de tres conjuntos ceremoniales.
Así mismo, se exploró otro complejo habitacional con cerca de 50 estructuras que datan del Preclásico Tardío (150 a.C. y 300 d.C.) , el cual se dejó como una reserva arqueológica de 24 hectáreas, a fin de que futuros investigadores lo exploren y eventualmente realicen su consolidación.
“Estas exploraciones nos permitieron conocer lo que estaba pasando desde el Preclásico en esta región, se pudo confirmar que hubo una ocupación muy fuerte hacia el 150 a.C. y después, entre 250-300 d.C, los pobladores se concentraron en ciertos sectores de la costa y muchos grupos quedaron abandonados”.
Fue hasta el Posclásico -alrededor del 1200 d.C- que algunos de éstos fueron reocupados.
Además, el hallazgo de algunos materiales como piezas de oro que proceden de Centroamérica, hacen referencia a redes comerciales.
“Fue un salvamento que incluyó exploración y restauración de edificios monumentales, uno de ellos con pintura mural, y se registró el hallazgo de algunos entierros”, abundó Luis Alberto Martos.
Martos, doctor en arqueología, apuntó que cada uno de los asentamientos guarda estrecha relación con su medio, particularmente con las cuevas y los cenotes.
En estos lugares “se realizaban actividades cotidianas, pero en ciertos momentos también se les daba un carácter sagrado, porque ahí se efectuaban ritos de petición de lluvias, de buena cacería, ceremonias de purificación y de investidura de poder de señores”.
Testimonio de este uso sagrado, detalló el arqueólogo Martos, es la localización de un templo miniatura en la Cueva de Satachannah (“La casita escondida”, en maya), cuya antigüedad se ha estimado entre 1250-1350).
De igual manera, en una de las galerías de esta caverna se descubrió un plato de la época preclásica y, además, en el cenote al que conduce, se hallaron -sumergidos- tres esqueletos completos de animales.
Al parecer, dichos restos de fauna “derivan de una ofrenda, aunque también pueden ser del Pleistoceno”, opinó la fuente.
“Por el contexto de la cueva y las características del cenote, tal vez se trate de animales que fueron sacrificados y ofrendados por los mayas, en un momento en que se sabe que el nivel del agua descendió drásticamente, y quizá vinieron aquí a realizar algún rito para que esta condición adversa terminara”, señaló.
Las más recientes labores arqueológicas efectuadas dentro de este proyecto han sido el rescate de un relieve en la Cueva del Danzante, llamada así por el diseño grabado en una piedra localizada en su entrada, y el cual formará parte de la colección de un museo de arqueología de Cancún.
Por otra parte, se lleva a cabo el sondeo del Cenote Noh Cab Chen (“Gran pozo de las abejas”), en cuyas profundidades podrían yacer materiales prehispánicos.
Agencia El Universal