En la localidad mexicana de Villa de Álvarez, en el estado de Colima, arqueólogos del INAH, dirigidos por Marco Zabaleta, han descubierto una tumba intacta perteneciente a la cultura de las tumbas de tiro.
Esta tradición funeraria, que consiste en enterramientos realizados en pozos de 2 a 16 metros de hondo, se extendió por los actuales estados de Zacatecas, Jalisco, Nayarit, Colima y parte de Michoacán entre 300 a.C. y 600 d.C.
En la zona, donde ya se habían descubierto otros enterramientos, los arqueólogos hallaron un pozo sellado con tres metates o morteros de piedra. Al retirarlos apareció un pozo vertical de 1,5 m, de forma cuadrangular, que era la entrada a la tumba de tiro.
Una tumba intacta
En el interior de la tumba se hallaron acumulados los huesos de varios individuos, que al parecer fueron retirados para colocar a otro personaje que ha aparecido en una capa inferior, tumbado sobre un costado.
A su alrededor se identificaron dientes de perro, y se descubrieron seis ollas de diverso tamaño y la figura de un chamán, de medio metro de altura, que es la pieza más importante del ajuar funerario.
La figurilla, con un elaborado tocado y armada con una maza, fue rota a propósito antes de enterrarla. En el exterior de la tumba se descubrieron huesos de niños y de perros.