En los próximos siete meses y medio, un equipo interdisciplinario intervendrá la estatua ecuestre de Carlos IV, mejor conocida como El Caballito, para restablecer su integridad, enfatizando la estabilización, protección e integración de su superficie metálica, dañada en un 45 por ciento debido a diversas intervenciones que ha tenido a lo largo de los años, entre ellas, la de 2013 que aplicó un tratamiento inconveniente a partir del uso de ácido nítrico.
En conferencia de prensa, realizada en el Museo Nacional de Arte, se dieron a conocer los pormenores de la segunda etapa del proyecto de conservación-restauración de esta escultura histórica, a cargo de la Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Esta fase de trabajos contará con un financiamiento de poco más de 5.5 millones de pesos por parte del Gobierno de la Ciudad de México, a través del Fideicomiso Centro Histórico de la Ciudad de México (FCHCM).
Liliana Giorguli Chávez, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, comentó que para la dependencia a su cargo, la intervención de El Caballito constituye un proyecto paradigmático de restauración de una obra maestra, considerada la escultura ecuestre más destacada del hemisferio.
La revaloración de este monumento, autoría del artista valenciano Manuel Tolsá, dijo, parte del conocimiento profundo que actualmente se tiene del mismo. Una obra magna de casi 5 metros de altura, alrededor de 5 metros de largo y un peso estimado de 13 toneladas, que fue fundida en una sola colada, un acto de maestría si se considera las condiciones del momento de su realización, hace 213 años.
Explicó que en los últimos tres meses terminó de integrarse un diagnóstico profundo y profesional por parte del INAH, con la colaboración de especialistas de las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM) y Autónoma Metropolitana (UAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y con asesoría ad honorem de profesionales del grupo de trabajo de metales del Comité para la Conservación, del Consejo Internacional de Museos (ICOM-CC).
Dio a conocer que uno de los hallazgos más reveladores sobre la pieza fue el registro —mediante análisis visual e instrumental— de los restos del acabado orgánico con que Tolsá recubrió a la estatua de aleación de cobre, identificándose rastros de una capa pictórica verde-marrón. Esto coincide con una cita histórica del explorador alemán Alexander von Humboldt, en la cual señala que Tolsá tuvo el tino de no dorar la estatua, sino haberle dado un tono “verde parduzco”.
El reconocimiento de esa técnica de acabado es una de las claves que los especialistas del INAH tomarán en cuenta para restituir la unidad visual de la pieza histórica, intervino la restauradora Jannen Contreras, coordinadora de conservación de la escultura.
Precisó que en las partes de volumetrías salientes se utilizó un tono más claro, mientras en las de mayor profundidad se usó un verde más oscuro. Además, en ciertos elementos escultóricos se aplicaron tonalidades ligeramente amarillentas. Con base en fuentes históricas de la época se tuvo conocimiento de la aplicación de un primer repinte de esta capa pictórica original, hacia 1858.
Jannen Contreras dijo que la restitución de la unidad visual de la pieza considerará, por un lado, el conocimiento de este dato histórico, pero también el deseo de la ciudadanía, en cuya memoria visual está la imagen de la escultura en un tono mucho más oscuro. De manera que es posible que El Caballito luzca, una vez finalizado el proceso de conservación y restauración, una tonalidad verde negruzca.
Los trabajos a efectuarse en los próximos siete y medio meses —tanto en la escultura y su pedestal— consideran criterios de conservación, como son la mínima intervención necesaria, el respeto a los materiales constitutivos, la compatibilidad de los materiales a usar con los originales, la retratabilidad de materiales y de procesos, así como la identificación clara de la intervención a realizar.
En la escultura se hará una limpieza general y acuciosa para eliminar los restos de elementos indeseados, entre ellos recubrimientos del siglo XX, como resinas sintéticas y ceras; para partir de una superficie con comportamiento homogéneo que permita lograr una estabilidad química que consistirá en la generación de una capa de óxido de cobre.
Una vez estabilizada la superficie metálica, se colocará una serie de recubrimientos pictóricos y de protección para restituir la unidad visual a la estatua ecuestre, como se describió con anterioridad. Asimismo, serán resanadas todas las pequeñas fisuras preexistentes para darle continuidad a la superficie y evitar el depósito de suciedad y la filtración de agua.
Arturo Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH, explicó que en lo que respecta al pedestal, los daños son en general ajenos a la intervención de 2013. El núcleo cuenta con estabilidad estructural; sin embargo, hay pérdida de mortero entre éste y el recubrimiento pétreo.
Para atender esto, se desmontará la cornisa pieza por pieza y se harán inyecciones de mortero en el interior de la junta, después se recolocará la cornisa buscando otorgarle a las molduras la horizontalidad que habían perdido. Se sellarán las esquinas y se pondrán placas de plomo para evitar que la disolución de mortero vuelva a ocurrir.
Sobre la alteración de los sillares de piedra del pedestal, por los que también corrió ácido nítrico, además de mostrar suciedad, manchas por disolución de fierro, e incluso grafitis, será necesario aplicar tratamientos de limpieza de suciedad y de productos de corrosión, así como sustituir algunos sillares exfoliados y pulverulentos.
Aprovechando un espacio abierto ya existente en la cara sur del núcleo del pedestal, se constatará la estabilidad de las anclas metálicas de la escultura que se localizan al interior del pedestal y que forman parte de la integridad de la obra escultórica.
Como seguimiento a la segunda etapa del proyecto de conservación-restauración de la estatua ecuestre de Carlos IV, una vez concluida se hará un monitoreo a corto y mediano plazo. Para ello se instalará una Estación CLIMAT para la caracterización de la corrosividad atmosférica, y también se elaborará un manual de conservación específico para la escultura y su pedestal.
Para mayor información del proyecto, los avances del proceso de intervención, la conservación y restauración de El Caballito, el INAH creó el micrositio: elcaballito.inah.gob.mx, que ya está disponible.
El equipo
Esta labor se apoyará en una treintena de profesionales procedentes de distintas instancias del INAH, como las coordinaciones nacionales de Conservación del Patrimonio Cultural y de Monumentos Históricos, y la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete”, así como de la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural. Por parte de la UNAM, participarán expertos del Instituto de Ingeniería, del Departamento de Química Metalúrgica de la Facultad de Química, y del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio.
La participación del IPN se ha dado a través del Grupo de Análisis de Integridad de Ductos, de la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas (ESIQIE), en tanto la UAM-Azcapotzalco apoyó en la elaboración de un escaneo láser preliminar del monumento, mismo que se ha complementado. A este grupo se han sumado catorce personas contratadas ex profeso, como fotógrafos, historiadores, arquitectos-restauradores y restauradores.