Irving Cano es el único mexicano invitado a participar en un proyecto internacional de espacios planos en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos.
De 28 años de edad, nacido en Santa María Xadani, Oaxaca, egresado de la Universidad Tecnológica Emiliano Zapata, fundó una empresa de lentes y playeras con un sello particular: colores e imágenes istmeñas. Pero su pasión es el grafiti.
“Se ha creado una mala imagen de lo que es el grafiti, y aunque hay diversas maneras de hacerlo, todo es arte urbano. A mí me interesa resaltar mis orígenes, mi cultura, mi pueblo, mis tradiciones, lo que es parte de mi. Todo lo que hago viene del origen”, dice el artista.
Desde hace 10 años se dedica a hacer grafiti con un estilo realista y contemporáneo, lleno de su cultura zapoteca: rostros, flores, corazones coloridos y vivos. Se le conoce como el Grafitero Zapoteca.
Desde los 18 años de edad, cuando presenció un festival callejero de grafiti en su comunidad, decidió que ese sería su camino. Se unió a Área 971, un grupo de grafiteros provenientes de Juchitán.
En junio de este año, como parte de un proyecto internacional de rescate de espacios planos en Dubái, Irving y otros seis artistas de Perú, República Dominicana, Chile y Suiza realizaron allí murales durante mes y medio.
Recuerda: “Yo no he querido dar mucho detalle sobre lo que pasó allí porque fue muy duro, empezando porque el clima nos afectó muchísimo. Hubo compañeros que se desestabilizaron y se pusieron mal y, otros tuvimos que ayudarles a terminar su labor.
“Pero para mí fue una gran experiencia: jamás te imaginas que vas a viajar hasta un lugar como ése, invitado por un jeque y que tu trabajo guste tanto.
“Pensé que quería unos lentes que tuvieran tales características que si los perdía, cualquiera supiera a quien pertenecían”, dice. Con montura de bambú e imágenes de corazones y flores, sus lentes y playeras, cuya línea cuenta con corazones oaxaqueños, han tenido un gran éxito y se venden como pan caliente”, dice el artista.
Cuenta que ha cambiado su forma de crear: en un inicio estaba fascinado por el aerosol, pero desde 2014 trabaja con pincel, acrílicos, pinceles, brochas, válvulas y mascarilla. Y cada vez que puede experimenta con técnicas nuevas.
Respecto a su viaje a Dubái explicó que fue “gracias a unos amigos que conocí en la Ciudad de México en un festival de arte urbano me invitaron a participar allá. Cada uno de los invitados tenía un proyecto de nuestras propias culturas o estilos, pero allá cambió el objetivo: los dueños del proyecto decidieron que querían algo relacionado con su cultura. Yo no tuve problema con eso, simplemente lo hice y ya”.
Durante su visita trabajó con artistas de otros países, y juntos realizaron un mural de 600 metros de largo por 20 metros de largo. “Trabajamos bajo temperaturas de hasta 50 grados, estábamos en contacto con arena que quemaba, y estábamos en el festejo del Ramadán y no se podía beber agua en todo el día. Fue muy difícil, algunos enfermaron, pero yo estuve feliz de estar allí haciendo lo que más me gusta”.