La Camarga Francesa paisaje en movimiento

Como resultado de la lucha eterna entre las aguas dulces del Ródano y las saladas del mar Mediterráneo, la Camarga, la gran marisma del sur de Francia, dibuja un paisaje en movimiento en el que las mareas imponen límites escurridizos.

Considerado en otro tiempo un territorio hostil, hoy es un espacio protegido de la región de la Provenza, en la que galopa el caballo blanco camargués, pacen los toros y se contonean los flamencos. Un lugar donde el hombre ha aprendido a convivir con las salinas, dunas, arrozales y marismas de la Camarga.

La mejor puerta de acceso a la Camarga es Aigues-Mortes, una pequeña población rodeada de canales e iluminada por la claridad de las salinas. Conserva intactas sus murallas y la atmósfera de cuando Luis IX la hizo erigir en el siglo XIII, con el fin de dotar a Francia de un puerto mediterráneo.

Desde Aigues-Mortes, la carretera D58 discurre entre marismas y, tras 25 kilómetros, da acceso al Parque Ornitológico de Pont du Gau, un espacio a orillas del Étang o laguna de Ginés, lleno de senderos, observatorios y paneles para la identificación de las aves