La Gran Odalisca…mujer esclava en un harén turco

Ingres (1780-1867) recreó la Antigüedad clásica y otras épocas de la historia con un espíritu romántico, propio de su tiempo, aunque se veía a sí mismo como un conservador y no como un innovador. Su obra viaja atrás en el tiempo, muy influenciado por Rafael, pero con un estilo inconfundible: en sus desnudos femeninos hay pureza clásica y, a la vez, un exotismo propio de la época.

No se conserva ninguna obra suya en colecciones públicas españolas, sólo hay una (Felipe V impone el Toisón de Oro al duque de Berwick) en el Palacio de Liria en Madrid, de la Fundación Casa de Alba. Por este motivo, la exposición Ingres, del 24 de noviembre de 2015 al 27 de marzo de 2016 en el Museo del Prado, constituye una oportunidad única para contemplar más de sesenta obras de este artista tan paradójico, uno de los pintores más influyentes de los siglos XIX y XX. A continuación cuatro de ellas:

La gran odalisca (1814), del Museo del Louvre. No es un simple desnudo al uso, aquí hay una invitación directa al placer sensual. Muestra a una odalisca, una mujer esclava o sumisa en un harén turco. Está recostada en un diván, girando la cabeza hacia el espectador. Los objetos realzan el exotismo de la escena: un turbante, un abanico de plumas y una pipa junto a sus pies.