Guadalajara.- Si Mario Vargas Llosa encontró en la literatura una manera de vivir una vida digna y, además, de evadirse de la vida indigna que representaba el autoritarismo de su padre, Herta Müller halló en ella la compañía, la salida a una soledad inmensa y la manera de enfrentar el totalitarismo que imperaba en su natal Rumania.
Mientras Müller señaló: “Yo de los libros quería saber cómo poder vivir para poder soportar la vida, porque a veces la vida era insoportable para mí”, Vargas Llosa apuntó: “la literatura se convirtió en un refugio que me mantenía cierta dignidad ante el miedo que sentía hacia mi padre; era volver a recobrar mi libertad, mi dignidad, era una manera de vivir una vida digna, porque cuando salía de la literatura me parecía vivir una vida indigna”.
Los dos escritores protagonizaron “Dos Nobel, una conversación”, un encuentro literario que no sólo fue la apertura del Salón Literario, sino que además fue plato fuerte de la 25 Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Los dos escritores, tan distintos y aparentemente tan distantes en lo geográfico, lo cultural y lo político, confirmaron que la literatura es una y que es mágico su impacto, que lo mismo sirve a un niño peruano de padres divorciados, que a una niña hija de campesinos que pastoreaba las vacas.
Sin embargo, las coincidencias resultaron ser muchas. Ambos están convencidos de que la literatura es un arma peligrosa para el poder, por eso le temen tanto los estados totalitarios y los poderes dictatoriales.
“Yo he padecido dictaduras militares, son corruptas, asesinan, pero incluso en las peores dictaduras existen pequeños espacios para la resistencia”, señaló Vargas Llosa. El narrador, que después de cada intervención era aplaudido por un público que abarrotó el salón, dijo que la literatura nos defiende contra el infortunio y nos instruye en una vida diferente a la que tenemos.
“La literatura ha sido uno de los grandes instrumentos del desarrollo humano, a través de ella hemos empezado a desear otras maneras de vivir y nos ayuda a encontrar otra realidad, la literatura ha sido uno de los grandes instrumentos del progreso humano”, señaló Vargas Llosa.
Para Müller “la literatura también duele, los buenos libros para mí eran los que dolían, los que me enseñan que el mundo no es feliz, que siempre existe el infortunio y el sufrimiento en el cual yo misma estoy inmersa, y aún así la literatura me confortaba; no hace falta que me mienta, me dice que así es pero me da armas para afrontar la realidad”.
Literatura y verdad
En ese diálogo detonado por algunos cuestionamientos hechos por el escritor español Juan Cruz, salió el tema de la literatura como verdad o como ficción que ronda sobre la verdad, que habla de las dictaduras, del sometimiento del pueblo y de la censura.
“Es una ficción que nos va iluminando sobre lo que somos y hacemos, esa es una riqueza de la literatura. Por eso ha sido considerada como algo sospechoso y peligroso, siempre han sentido que la literatura es un peligro para esa intención totalizadora de la vida, no se equivocan, la literatura nos muestra lo que la vida es, nos crea un tipo de desasosiego que nos hace mucho menos sometidos al sometimiento, al engaño y al control. Es uno de los grandes instrumentos de defensa de la libertad humana”, dijo Vargas Llosa.
En tanto, la narradora rumano-alemana afirmó : “A los 15 años llegué a la ciudad y empecé a leer libros porque creía que si leía libros podría entender mejor cómo vivir la vida. Yo no leía por razones literarias sino para entender mejor la vida, yo vivía bajo una dictadura y siempre, desde la niñez, cuando iba a cuidar las vacas al valle, me sentí muy sola, y pensaba que realmente las vacas no me necesitaban y que yo era un ser humano que no sabía qué hacer conmigo misma. Tenía una gigantesca soledad que hasta la fecha me acecha, me amenaza cuando veo un paisaje muy amplio, es un panorama que me engulle, yo no me integro en el paisaje, me siento amenazada”.
Si en Mario Vargas Llosa la materia principal de su literatura abreva de asuntos políticos, en Herta Müller parte de esa mirada que echa sobre el dolor y la sumisión y los deseos de gente que aspira siempre a más, pues, dijo: “uno escribe para escapar de la pena”.
Premio Nobel de Literatura 2009, Müller recordó que empezó a leer porque en los libros encontraba una identidad y una belleza del lenguaje que le mostraba quién era ella.
El Nobel de Literatura 2010, aseguró que la literatura es importante incluso en una sociedad que no puede leer, pues mantener la literatura viva es mantener viva una creación que contribuye, profunda e imperecederamente y eso no es mensurable, no se puede demostrar que el “Quijote” haya hecho menos niños hambrientos o menos pobres.
El narrador que el año pasado canceló su participación en la Feria porque estaba muy cercana la ceremonia del Premio Nobel de Literatura acotó:
“No hay que avergonzarse de practicar la literatura como escritores y lectores, no es una actividad de lujo, ni prescindible, sobre todo si creemos en el progreso. Leyendo nos preparamos para entender mejor la justicia, ¿cuál es el camino para corregir la injusticia? La literatura es una arma maravillosa que hemos encontrado no sólo para que la vida sea menos desafortunada, sino que es un instrumento para combatir mejor y a más a largo plazo y de manera profunda e irreversible”.
Herta Müller narra el horror, la soledad, el miedo, la perplejidad que implica entender lo qué pasa en la realidad, para entender que los dictadores y los hombres que le sirven son también parte de esa realidad.
Y es que la existencia de Müller ha sido más compleja y cabal, como señaló Vargas Llosa, pues ella vivió el totalitarismo. “Herta es uno de los grandes testimonios que nos da la literatura”, señaló Vargas Llosa.
En los libros, Müller entendió cómo surge una dictadura, por eso leyó todo lo que tenía que ver con el nacionalsocialismo porque quería entender cómo es que una persona puede caer en esta ideología que lo enceguece.
“La literatura me decía que no podía caer en los pasos de mi padre, la literatura me decía: ‘tienes que estar consciente que no puedes identificarte con esa dictadura’, por esa razón leía libros y era una relación uno a uno. Eso es lo bello en la literatura, explica tu vida, yo muchas veces menciono a (García) Márquez, yo pensé que Macondo era mi pueblito del que yo vengo o que El otoño del patriarca era mi dictador que yo veía a diario. Esto es lo que la literatura puede lograr”, concluyó Herta Müller.
Agencia El Universal