La Olmeda…fastuosa Villa Romana

El 5 de julio de 1968 era un caluroso día de verano. Javier Cortes, propietario de unas tierras de labranza en la finca La Olmeda, en Pedrosa de la Vega, a 62 kilómetros de Palencia, dirigía una cuadrilla de obreros que realizaba unos trabajos de allanamiento del terreno para facilitar las labores de cultivo cuando el arado tropezó de repente con los restos de una estructura maciza.

Javier Cortes y su amigo Avelino Palacios se quedaron tras la jornada laboral e investigaron el lugar donde el arado había encallado; al retirar la tierra apareció un muro de piedra. Los dos hombres excavaron unos sesenta centímetros junto al muro y su sorpresa fue mayúscula al descubrir lo que parecía un pavimento de mosaico.

«En un primer momento sólo vimos que se trataba de un piso, pues el mosaico estaba cubierto por una delgada capa de cal que impedía su visión. Sospechamos ya, de todas formas, que podía tratarse de un mosaico, y así, en las primeras horas de la mañana del día siguiente, volvimos a La Olmeda con algo para raspar, y comprobamos que, efectivamente, era un mosaico».

Una gran villa romana.

Javier Cortes, consciente de la importancia del descubrimiento, realizó las gestiones necesarias para llevar a cabo una excavación arqueológica en La Olmeda. El Ministerio de Cultura le concedió el permiso en 1969 y Cortes corrió personalmente con los gastos.

Según este acuerdo, el Ministerio reconocía a Cortes como propietario del yacimiento y a cambio éste debía poner todos los descubrimientos que se hicieran a disposición de los investigadores. La dirección de los trabajos se encargó a Pedro de Palol, catedrático de arqueología de la Universidad de Valladolid.

Durante doce años se realizó el levantamiento y la conservación de los mosaicos que iban saliendo a la luz sin cesar. Para entonces era evidente que el casual descubrimiento de Cortes era una magnífica y enorme villa rural romana de época bajoimperial, con salas, corredores, pórticos…

Todo un mundo desaparecido hacía casi dos milenios y que de nuevo cobraba vida. También entonces empezaron a llegar las primeras visitas, ya que la noticia del sensacional descubrimiento se extendió rápidamente por toda la región. Ante la constante afluencia de público, el mismo Cortes se ocupó de construir unas casetas para proteger los delicados mosaicos