Las Espóradas…el archipiélago más prístino del pacífico

Lo que ese extraterrestre vería es una parte del que quizá sea el archipiélago más prístino del Pacífico: cinco islas remotas llamadas Caroline (más conocida como isla del Milenio), Flint, Vostok, Malden y Starbuck, que conforman las Espóradas Ecuatoriales –o Islas de la Línea– del Sur.

Las aguas que circundan estos minúsculos pedazos de tierra deshabitados, situados entre 2.400 y 3.400 kilómetros al sur de Hawai, se cuentan entre los últimos entornos verdaderamente intactos de un océano sobreexplotado.

Ahora será un área protegida. El Gobierno de Kiribati acaba de establecer una zona de exclusión pesquera de 12 millas náuticas alrededor de cada una de las islas, en el marco de una iniciativa liderada por el ecólogo marino Enric Sala y el proyecto Mares Prístinos de National Geographic, que pretende documentar y preservar lo que queda de los entornos marinos menos deteriorados del planeta.

Sala ha soñado con la creación de la reserva marina de las Espóradas Ecuatoriales del Sur desde que en 2009 dirigió una expedición a la zona. «Estas islas nos ayudan a entender el verdadero significado de “prístino” –afirma–. Desde todos los puntos de vista, la densidad coralina, la biomasa de peces, el número de superdepredadores y la biodiversidad, su estado ecológico es asombroso.»

Durante aquella expedición los buzos acumularon más de mil horas de inmersión alrededor de las cinco islas. Lo que vieron los dejó atónitos. En algunos arrecifes el coral era tan denso que cubría el 90 % del lecho marino, muchísimo más que en el Caribe, donde la cifra es del 5 al 10%.

Con igual asombro, los científicos constataron la buena salud de las comunidades coralinas. Por todo el Pacífico, los episodios de calentamiento del océano causados por El Niño han destruido cantidades ingentes de coral, pero los arrecifes de las Espóradas Ecuatoriales del Sur parecen resistir al blanqueamiento y las enfermedades.

«Nos consta que esta región se ha visto gravemente afectada por el calentamiento oceánico, por lo que contábamos con ver mortandad coralina, pero los arrecifes estaban in­demnes, en perfecto estado», declara Sala.