Los sombreros de las esculturas antropomorfas moáis

Desde hace varios siglos los visitantes que acuden a esta remota isla del Pacífico se sienten fascinados por los misterios que encierran los más de 800 moáis, unas colosales figuras antropomorfas talladas en piedra volcánica para representar a los ancestros.

No menos enigmáticos resultan los «sombreros» rojos que coronan algunas de las esculturas. ¿A qué se debe esa fascinación por los tocados? Para los antiguos polinesios eran un símbolo de rango elevado, y la colocación del pukao cilíndrico sobre la cabeza del moái destacaba la importancia de ciertas estatuas.

Pero, ¿cómo llegaron a coronar las cabezas gigantes con unos cilindros de varias toneladas de peso, tallados en lava rojiza extraída de unas canteras situadas a 13 kilómetros de distancia?

Al parecer, los sombreros se llevaron rodando hasta su destino, y algunos investigadores creen que fueron alzados sobre rampas de hasta nueve metros de altura, entre apenas una decena de hombres.

Los isleños «eran unos ingenieros excepcionales», afirma Carl Lipo, arqueólogo de la Universidad del Estado de California, quien, en colaboración con Terry Hunt, de la Universidad de Hawai, ha logrado inventariar más de cien pukao. «Empleaban la mínima mano de obra en los trabajos, y evidentemente carecían de grúas.» —Hannah Bloch