Último ejemplar completo de libro de Vesalius en la Biblioteca Palafoxiana

El último ejemplar completo del libro que revolucionó el estudio de la anatomía hace casi cinco siglos es propiedad de México. La Biblioteca Palafoxiana de Puebla, reconocida como una de las guardianas de la memoria del mundo por la UNESCO, posee la única edición íntegra del libro De humani corporis fabrica, impreso en 1543 por el médico belga Andrea Vesalius.

Este libro, que sólo ha sido exhibido públicamente en una ocasión, en 2006, tuvo menos de mil ejemplares, pero casi todas las que sobreviven están incompletos porque desde su aparición fue perseguido, destruido y mutilado ya que su autor fue el primero en usar cadáveres humanos para enseñar anatomía. Esto fue posible después de ganar varios juicios en Italia, pues en la Edad Media sólo se permitía enseñar medicina abriendo cuerpos de animales.

Judith Fuentes Aguilar, quien fue subdirectora de Preservación y Difusión de la Biblioteca Palafoxiana y la responsable de la primera exhibición pública del libro, dijo que esta joya bibliográfica es uno de los hallazgos de estudios recientes del acervo, que está integrado por 45 mil libros antiguos.

Los estudiosos de toda la colección de la biblioteca dicen que aún se desconoce cómo llegó a Puebla esta edición completa del libro de Vesalius, pero aseguran que tiene más de 200 años en el acervo de esta singular colección, que mantiene los libros en los mismos libreros y en el mismo orden que fueron puestos desde antes del siglo XVIII.

Los textos y los 300 dibujos del libro De humani corporis fabrica, fueron los primeros en demostrar que el aparato circulatorio del ser humano empieza en el corazón y no en el hígado; que el cerebro está envuelto en una especie de bolsa, que los pulmones y el aparato digestivo están separados por una membrana y que el maxilar humano es diferente del de los animales porque está hecho de una sola pieza y no de dos.

Espíritu indómito

Cuando tenía 28 años de edad, Andreas Vesalius tomó una decisión temeraria. Renunció a ser profesor de anatomía en la Universidad de Padua (Italia) y, acompañado de una caravana de mulas, atravesó Los Alpes rumbo a Basilea (Suiza) para imprimir un libro.

Era la primavera de 1543 y el joven médico, nacido en Bruselas, sacrificó su prometedora carrera académica a cambio de sacar a la luz su obra titánica De humani corporis fabrica; libro que echó por tierra muchas de las teorías del griego Galeno que se habían mantenido vigentes más de mil años.

El libro fue publicado el verano de ese mismo año, 1543, justo cuando Copérnico dio a conocer su teoría heliocéntrica en la que cuestionaba que la Tierra fuera el centro del Universo. La Edad Media había llegado a su fin. Vesalius puso en duda a Galeno y Copérnico a Ptolomeno. Por primera vez, dos grupos de ideas vigentes durante 13 siglos fueron atacadas críticamente.

A Andreas Vesalius la originalidad de sus estudios le valieron el calificativo de “bárbaro” entre otros médicos pues fue el primer universitario de Padua que sustituyó las clases tradicionales de anatomía, en las que se diseccionaban animales –monos, cerdos y borregos-, por otras en las que se abrían cadáveres de criminales ejecutados, práctica que era considerada como “impía”, “sucia” y “desvergonzada” y que Vesalius pudo adoptar gracias a un juicio que ganó a los 25 años.

Su éxito fue también su mayor lastre. Sus detractores, defensores de Galeno, le negaron consecutivamente el retorno a las cátedras en Italia, así que tuvo que volver a Bruselas, donde se dedicó al servicio imperial de Carlos V y Felipe II; este último evitó que Vesalius fuera juzgado y condenado por la Inquisición, bajo acusaciones de abrir a humanos vivos. A cambio la iglesia le conmutó la pena capital por una peregrinación a Jerusalén, ciudad de la que nunca regresó, debido a una enfermedad que le atacó en el camino.

El errante camino de los libros

¿Qué camino siguieron los menos de mil ejemplares del libro que se imprimieron en los talleres de Juan Oporino en Basilea?¿Qué pasó a lo largo de 450 años para que todas las copias fueran segmentadas o destruidas?¿Cómo es que uno de esos ejemplares cruzó el Atlántico y llegó hasta Puebla? Sólo se conocen fragmentos de la historia.

Judith Fuentes Aguilar está convencida de que aún falta por escribir la historia de los viajes de esos libros. El Vesalius, comenta, debió haber llegado en una de las numerosas donaciones que nutrieron el acervo de la Palafoxiana desde 1773. Eran colecciones de obispos y colegios religiosos. El primer gran donador fue Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla, quien reunió 5 mil libros de los Colegios de San Juan, San Pedro y San Pablo.

Después se sumaron otras donaciones de colecciones privadas e incluso ahí llegaron muchos libros confiscados a los jesuitas tras su expulsión de la Nueva España.

Fue un libro controvertido desde su nacimiento. Si causó irritación entre los médicos, que eran los científicos más ilustrados de su época, podrá comprenderse también que no era un texto de libre circulación entre religiosos.

Las nuevas verdades

Cuando Vesalio abandonó Italia, con las mulas que cargaban su obra maestra, ya iba precedido de cierta fama, buena y mala según quien la divulgara. Por eso decidió alejarse de aquel ambiente académico y dedicar su primera edición al emperador Carlos V, protector de su familia.

A lo largo de 663 páginas, con 300 ilustraciones, rectificó numerosos errores de Galeno. Primero rechazó que el esternón estuviera dividido en siete segmentos, que el hígado tuviera cuatro o cinco lóbulos y que los seres humanos tuvieran un “recto abdominal” como los simios.

Pero fue mucho más allá, por eso se le consideró una obra titánica. Estudió los huesos, donde fue muy citado su hallazgo de que el maxilar humano es una sola pieza, y no dos, como ocurre en otros mamíferos; estudió el cerebro y desmintió que existiera una red de vasos en la base de ese órgano, como había supuesto Galeno.

La obra utiliza en su título la palabra “Fábrica” porque tiene connotaciones arquitectónicas. Ponerle ese título sirvió para destacar la importancia de la disección y de lo que desde entonces se llamó “visión anatómica” del cuerpo humano.

Agencia El Universal