A casi 102 años de que el explorador estadunidense Hiram Bigham diera a conocer a nivel internacional la antigua ciudad sagrada de Machu Picchu, al sur de los andes peruanos, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) rememora este acontecimiento que significó un parteaguas en la historia de la arqueología mundial.
Mediante una exposición fotográfica, conferencias dictadas por especialistas en la materia, la presentación de una revista digital y un ciclo de cine, este plantel muestra a la comunidad estudiantil y público en general la riqueza cultural y natural que yace en el país sudamericano.
Perú es un país con más de 10 mil años de historia, sede del imperio inca y de milenarias civilizaciones como Sipán, con uno de los entierros antiguos más importantes del continente; también destacan las enigmáticas líneas de Nazca y la portentosa fortaleza de Kuélap. Es una región con más de 50 lenguas nativas en uso y un vasto mosaico de música y bailes tradicionales.
Una de las mayores riquezas de esta nación es Machu Picchu, urbe fundada en el siglo XV, cuyo nombre en quechua significa “montaña vieja”, se trata de un centro ceremonial inca para venerar al Sol y a la figura de su arquitecto inca Pachacútec. Este sitio ubicado a 2,450 msnm es considerado el ejemplo más extraordinario de arquitectura paisajística del mundo, por lo que fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1983.
De acuerdo con Carmela López Sánchez, profesora de la ENAH y coordinadora de las actividades, Machu Picchu también sobresale por la estrecha relación con su entorno natural, era una ciudad autosuficiente que contaba con andenes de siembra que no erosionaban el suelo y un sistema hidráulico con fontanas y canales que actualmente funciona y es causa de admiración de agrónomos e ingenieros por su perfección.
A más de cien años de su divulgación y del revuelo que causó la noticia en todo el orbe hay muy pocas investigaciones sobre este sitio inca, aún falta indagar en aspectos como la densidad demográfica, la arquitectura, la cerámica, la medicina y la metalurgia, explicó la arqueóloga peruana.
“Es muy relevante mencionar que existen diversos elementos culturales que hablan de la relación entre la cultura andina y Mesoamérica, por ejemplo la navegación marítima prehispánica en el Pacífico por medio de la cual ambas culturas tuvieron contacto principalmente en las costas de Guerrero y Oaxaca, incluso un mito mixe habla que este grupo llegó de Perú, señaló la especialista del INAH.
Respecto de la exposición Machu Picchu. A 100 años de la revelación mundial (1911-2011), que estará en exhibición hasta el próximo 31 de mayo en la Media Luna de la ENAH, presenta 56 imágenes que dan cuenta de la magnificencia arquitectónica del sitio arqueológico que convive en armonía con su exuberante entorno natural.
En dicha colección destacan siete fotografías históricas sobre las exploraciones de Hiram Bigham a principios del siglo XX, facilitadas por la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (PromPerú), en tanto que las reproducciones de ocho mapas anteriores a los recorridos de Bingham proceden del Archivo Histórico de Límites de la Cancillería del Perú.
Carmela López explicó que este sitio nunca fue desconocido por los nativos, ni para algunos viajeros; cuando Hiram Bingham pisó Machu Picchu el 24 de julio de 1911 dos familias cuzqueñas vivían ahí; incluso en 1902 arribó el hacendado Agustín Lizárraga, quien no quiso difundirlo por temor al saqueo. En la segunda mitad del siglo XIX, el italiano Antonio Raimondi y el inglés Clements Markham elaboraron mapas donde dejaron asentado la existencia de las ruinas de Machu Picchu.
El interés de Bingham se dio a partir de información proporcionada por Alberto A. Giesecke, rector de la Universidad Nacional del Cuzco. La atención sobre este lugar surgió a partir de una serie de conferencias que Bingham impartió a principios del siglo XX con auspicio de la Universidad de Yale y la National Geographic Society, sin embargo, el “boom” ocurrió tras la publicación de un artículo en la revista de esta última, indicó.
Cabe señalar que desde 2011 la Universidad de Yale se ha dado a la tarea de devolver al gobierno peruano el acervo de más de 1,500 objetos incas que Hiram Bigham llevó a dicha institución; hasta la fecha se han repatriado alrededor de 600 objetos de oro, cerámica, metal y piedra; posiblemente los restantes regresen a su país de origen en este año, lo que permitirá indagar en el conocimiento de esta civilización, abundó la especialista en culturas andinas.
De manera paralela a la exposición, se presentó un ciclo de conferencias con especialistas de la ENAH y del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM, quienes disertaron sobre la cultura inca, la cerámica y la metalurgia, así como sus edificaciones entre las que destacan los templos del Sol y del Cóndor, el Palacio Real y la Casa del Sacerdote; otros temas fueron el sacrifico infantil del pueblo inca, en cuyas ofrendas sobresalen los textiles; los problemas, desafíos y nuevos enfoques de la construcción de la historia inca; y las piedras como simbolismo de la literatura peruana.
Además se presentó el tercer número de la revista electrónica Textos Arkeopáticos donde especialistas de México y Perú abordan temas vinculados al país sudamericano, algunos de los artículos son: “Encuentros y desencuentros en torno al patrimonio arqueológico de Lima Metropolitana”, y “Del puente a la Alameda: los balcones de la Lima Antigua”, que estará disponible a partir de la próxima semana en www.arkeopatias.worpress.
La Escuela Nacional de Antropología e Historia se ubica en Periférico Sur y calle Zapote S/N, colonia Isidro Fabela, C.P. 14030, delegación Tlalpan, al sur de la Ciudad de México.