WASHINGTON D.C.— En los años 20, Rufino Tamayo se sintió totalmente influenciado por el arte prehispánico y las artes populares. La tradición, dijo entonces, sería la parte fundamental de su trabajo. Como él, muchos artistas latinoamericanos también decidieron que su arte descansaría en la cultura regional de sus países. Sin embargo, no sólo se mantuvieron abiertos al mundo, además, aportaron sus visiones críticas.
Así, el arte de América Latina conversó con una gran cantidad de prácticas modernistas y de vanguardia, manteniendo un sentido muy arraigado de sus respectivas culturas e historias.
A partir de esta visión, la colección FEMSA, uno de los acervos más importantes de arte latinoamericano contemporáneo en el mundo, presenta por primera vez en Washington D.C. la muestra Más allá del laberinto, conformada por 50 obras de artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Dr. Atl, Rufino Tamayo (México); Fernando Botero (Colombia) y Jesús Rafael Soto (Venezuela).
La muestra, que cerrará el 18 de junio, se presenta en el Instituto Cultural Mexicano en la capital americana, espacio que en 1990 abrió sus puertas a las representaciones artísticas de México y América Latina.
Pero la exposición no sólo responde al interés de exhibir una importante selección de obras de la colección FEMSA, también desea brindar un acercamiento al arte latinoamericano y su relación con el modernismo, la vanguardia y el arte contemporáneo, a los habitantes de la capital americana, que si bien no se distingue por su población latina, representa uno de los grandes puntos culturales y políticos del mundo.
“Durante mucho tiempo se ha creído que los artistas latinos se mantuvieron aislados o ensimismados en sus propias culturas, no es así. Por ello, jugando con el título del libro El laberinto de la soledad, de Octavio Paz; presentamos una muestra que propone a los artistas en un contexto mucho más amplio que el regional”, explicó Marysol Nieves, curadora de la muestra, de origen puertorriqueño, radicada en Nueva York.
Dividida en seis núcleos temáticos, Mas allá del Laberinto abre con “El cubismo y otras tendencias modernas”, en la que se presenta la obra de los cubistas que conformaron la primera ola del modernismo en América Latina, representados -sobre todo en esta exposición- por artistas mexicanos.
Esta primera parte está liderada por Nueva York desde la terraza, de Tamayo, pintada en 1937. Aunque no es un autorretrato, la obra refiere a una figura casi simbólica del artista en la que también se encuentran elementos representativos de sus distintas etapas creativas.
“Podemos ver unas sandías que son icónicas dentro de su obra y que representan ese deseo de incorporar lo regional. Además, observamos su influencia del surrealismo y del cubismo. Es una de las obras emblemáticas de esta exposición porque se trata de un artista mexicano en otro contexto, que nos permite ver cómo se enfrentó a esa experiencia y cómo es que no dejó atrás lo que le parecía importante de su propia cultura”, comentó la curadora de la exposición.
En esta sala también se encuentra El grande de España (1914), de Diego Rivera. “Su rol en el cubismo fue importante por varias razones, su escala rompió con los parámetros existentes, usó colores más expresivos. Es un retrato, pero la utilización de elementos mexicanos resulta muy interesante”, añadió Marysol Nieves, quien ha trabajado en el departamento de arte latinoamericano de la casa de subastas Sotheby’s.
Los ejes de la creación en AL
En 1933, Frida Kahlo escribió a una amiga desde NY: “Ya me acostumbré a este vestido del año del caldo, y hasta algunas gringachas me imitan y quieren vestirse de ‘mexicanas’”. Esa prenda la inmortalizó en Mi vestido cuelga aquí, realizada en ese mismo año, mientras acompañaba a Rivera. Aunque extrañaba México, reconocía: “de todas maneras me sirvió venir pues se me abrieron los ojos”. Al materializar el asombro a través de su trabajo, esa obra se convirtió en una de sus más importantes piezas de su periodo surrealista.
“El cuadro de Frida es extremadamente interesante, no es un retrato, pero su vestido está ahí, así que lo es de una manera metafórica. La visión que propone la artista es totalmente contraria a la que tiene Tamayo, él se mantiene positivo y utópico, mientras que ella decide hacer no sólo una crítica hacia Nueva York, sino en general hacia los Estados Unidos. Es una pieza que nace luego de vivir en la Gran Manzana durante cinco años, ahí plasma su postura frente al capitalismo”, explicó Nieves.
En la siguiente sala destacan figuras como Wilfredo Lamm y Roberto Matta, dos de los artistas del surrealismo más importante del arte.
“Lamm es un artista cubano que incorporó elementos religiosos africanos dentro del lenguaje surrealista. Me parece que una de las cosas más importantes de su figura es que, en oposición a Picasso, buscó expresar cierto primitivismo en su obra al apropiarse de aspectos foráneos y colocarlos en su realidad”.
“El paisaje social y físico” es la siguiente sala, que abre David Alfaro Siqueiros, en la que se presentan paisajes físicos con representaciones alegóricas de temas como la primavera, sin embargo permanecen elementos modernistas como el propuesto por el Dr. Atl, quien cambió la relación entre el espectador y el paisaje pictórico.
En “Constructivismo y abstracción” se presentan obras de Joaquín Torres-García, uruguayo que a fines del siglo XIX se fue a vivir a Europa en donde pasó prácticamente la mitad de su vida. “Cuando regresó a Uruguay a establecer la tradición moderna en el Cono Sur, se convierte en la figura más importante en la introducción de lo abstracto en Latinoamérica”, explicó.
En “Figuración de la post-guerra y neo-constructivismo” se observa la obra de varios artistas que representan el retorno a la figura, siendo Fernando Botero uno de los más conocidos con el cuadro Santa Rosa de Lima.
Al final, en “Arte contemporáneo y el nuevo milenio” están las tendencias de artistas como Carlos Amorales, Liliana Porter, Graciela Iturbide y Leda Catunda; la mayoría son obras realizadas desde los años 80, que demuestran cómo los creadores optaron por lo experimental y conceptual, pero buscaron rescatar la memoria y la identidad, colocándolos dentro de la vanguardia.
De México para EU
El edificio que aloja al Instituto Cultural Mexicano fungió como la Embajada de nuestro país en Estados Unidos; al crecer las necesidades se trasladó a otro inmueble, creando así el instituto que año con año, realiza diversas actividades que están encaminadas a mostrar lo mejor de la cultura nacional en la capital americana. De ese esfuerzo y en conjunto con la Colección FEMSA nació esta muestra.
En entrevista, Alejandra de la Paz, directora del Instituto, explicó que otra de las exhibiciones más importantes del año será la que realizarán en el siguiente semestre con la National Geographic, en la que presentaran 75 fotografías de esa publicación hechas sobre México. Además, se ofrecerán conciertos y presentarán a creadores mexicanos, como el escritor Antonio Ortuño.
Agencia El Universal