México presenta una destacada participación en la magna muestra Golden kingdoms: luxury and legacy in the ancient Americas, en el Museo J. Paul Getty, del Getty Center de Los Ángeles, California, Estados Unidos, que se inaugura este 18 de septiembre. Más de 300 obras provenientes de Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Guatemala y nuestro país, dan cuenta del desarrollo de las artes de lujo en estas tierras desde alrededor de 1000 a.C., hasta la llegada de los europeos a principios del siglo XVI.
La Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), estableció un fuerte vínculo con el Museo J. Paul Getty y el Museo Metropolitano de Arte, en Nueva York —que también alojará esta muestra en febrero de 2018—, mediante el préstamo de 92 valiosas piezas prehispánicas que constituyen casi una tercera parte de la colección que integra esta exhibición. Del conjunto, 91 se presentarán en el Museo J. Paul Getty, mientras que en el Museo Metropolitano de Arte la exposición está conformada por 92 objetos.
Como anuncia el Getty Center, Golden kingdoms: luxury and legacy in the ancient Americas, se enmarca en la iniciativa Pacific Standard Time: LA/LA, una ambiciosa exploración en el sur de California sobre el arte latinoamericano y latino que converge en Los Ángeles. El discurso museográfico de la misma aúna las investigaciones más recientes sobre las condiciones históricas, culturales, sociales y políticas en las que se produjeron y distribuyeron tales obras.
Timothy Potts, director del Museo J. Paul Getty y uno de los curadores, detalló que “mediante el énfasis en lugares y momentos específicos en el tiempo cuando se lograron hitos extraordinarios de desarrollo artístico, esta exposición histórica muestra cómo las culturas de la antigua América llenaron su arte de profundos significados espirituales y rituales, determinados tanto por su artesanía como por sus materiales de fabricación”.
La exposición aborda el intercambio artístico de materiales e ideas a través del tiempo y el espacio. Las obras de gran valor a menudo eran transportadas a grandes distancias, o heredadas a través de generaciones, lo que atraía a nuevos admiradores e inspiraba a nuevos artistas. El oro, por ejemplo, se explotó por primera vez en los Andes alrededor de 2000 a.C., y la tradición sofisticada de hacer objetos de prestigio en este metal para gobernantes y deidades gradualmente se trasladó hacia el norte en Centroamérica y México con el correr de varios miles de años.
En ese sentido, varias de las pequeñas piezas de oro procedentes de las colecciones arqueológicas mexicanas, datan del periodo Posclásico, sólo algunos siglos antes del arribo de los conquistadores españoles. Sobresalen delicados objetos descubiertos en ofrendas dispuestas en el Templo Mayor de México-Tenochtitlan, tales como pendientes de cascabel y otros en forma de corazón, y láminas de oro que representan orejeras y caracoles cortados, atributos de las deidades de la luna y del viento: Coyolxauhqui y Ehécatl.
Sin embargo, a veces más valorados que el oro, las piedras como el jade y la turquesa, las conchas y las plumas eran considerados bienes de prestigio debido a su escasez y a sus cualidades únicas. En el caso del territorio mesoamericano que abarcó gran parte de lo que hoy es México, estos materiales fueron apreciados desde siglos antes de Cristo por los grupos olmecas, posteriormente por los mayas del periodo Clásico, hasta la expansión de los mexicas, imperio que dominaba a la llegada de los españoles.
Del periodo Preclásico se exhiben, entre otras piezas hechas en piedra verde: una figurilla antropomorfa, un pendiente zoomorfo, un punzón votivo y un pendiente en forma de aguijón de raya, todos provenientes del sitio olmeca La Venta, en Tabasco.
De la gran ciudad maya del Clásico, Palenque, destaca la máscara funeraria de la Reina Roja, elaborada con placas de malaquita, obsidiana, jadeíta, piedra caliza y jade; esta máscara se complementa con una diadema y un collar. De Chichén Itzá, otra importante urbe maya, se muestra un disco con diseños de serpientes emplumadas formadas con mosaicos y otra escultura de Kukulcán en piedra caliza.
En Golden kingdoms: luxury and legacy in the ancient Americas también pueden apreciarse un pectoral de oro con la representación de Xochipilli y un pendiente con el símbolo 7 Flor, que formaban parte de las ofrendas de la Tumba 7 de Monte Albán, de origen mixteco. De los grupos huastecos sobresalen un par de esculturas de pie con sendos tocados, que retratan al Señor de Ozuluama y a Tlazolteotl.
Las poco más de 90 obras maestras que México ha prestado para esta exposición proceden de los museos: Nacional de Antropología, del Templo Mayor, de los sitios de Palenque, Toniná y Chichén Itzá; de los fuertes San Miguel (Campeche), Santiago y San Juan de Ulúa (Veracruz); de las Culturas de Oaxaca, de los regionales de Antropología de Yucatán (Palacio Cantón) y de Chiapas, y de Antropología de Xalapa, de la Universidad Veracruzana.
Una de las curadoras de la exposición, Joanne Pillsbury, y Andrall E. Pearson, curadora de la América antigua en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, refieren que “las artes de lujo estuvieron entre los objetos más vulnerables en la época de la conquista española”. Las más de 300 obras que integran Golden kingdoms: luxury and legacy in the ancient Americas, “estaban entre los objetos más preciosos para incas, mayas, mexicas y otras culturas, y sobre todo son raros supervivientes de lo que fue la cima de la antigua producción artística americana”.
La magna muestra que permanecerá en el Centro Getty hasta el 28 de enero de 2018, incluye también descubrimientos extraordinarios, como la vestimenta de una poderosa sacerdotisa de la costa norte de Perú; exquisitos adornos de Sipán, la tumba desprendida más rica de la América antigua; y un conjunto de adornos de oro del llamado Tesoro del Pescador, recuperado en la década de 1970, destinado a Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano y Rey español, que se perdió en el mar de camino a España.