MNA…cacería del mamut un clásico entre sus dioramas

“La cacería del mamut” es un clásico entre los dioramas del Museo Nacional de Antropología. En 360° el público visitante “avista” el drama de sus primeros ancestros, quienes semidesnudos cercan y ultiman al gran paquidermo; es una escena que recrea la lucha por la sobrevivencia en la Cuenca de México hace más de 10 mil años.

Cuando se planeó el recinto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que celebra su 50 aniversario, había transcurrido una década del hallazgo de los restos de un mamut en la comunidad mexiquense de Santa Isabel Iztapan que llamó la atención de propios y extraños. Expuesto a la interpretación científica de la época, este hallazgo debía reflejarse con fines didácticos en la museografía.

El descubrimiento, asociado con el hallazgo de tres cuchillos de piedra, confirmaba el aparente ataque de los humanos contra estos animales. Tomando las ideas del prehistoriador Luis Aveleyra, la escultora Carmen Antúnez imaginó y proyectó este suceso acaecido hace miles de años, basándose en una pintura que el museógrafo Iker Larrauri había realizado sobre el mismo.

Aveleyra narraba así el drama: Estas grandes cacerías, de resultado siempre incierto y muchas veces trágico para el hombre, se llevaban a cabo con rudimentarias armas de piedra tallada y madera, acosando a las gigantescas bestias en las márgenes pantanosas del ancestral lago que llenaba la cuenca central de México.

Aunque en su momento se pensó que los antiguos cazadores abatieron al ejemplar, décadas después estudios de tafonomía en restos de megafauna mostraron que el animal recién había muerto cuando se aprovechó como alimento. La ciencia actual propone que los primeros pobladores ocasionalmente aprovechaban los restos de un mamut muerto por cansancio, enfermedad o hambre al empantanarse en las orillas de los lagos de la Cuenca de México y en manantiales.

Pero no sólo el descubrimiento en Santa Isabel Iztapan “alimentó” el diorama “La cacería del mamut”. Dentro de la estructura de la maqueta, a través del grupo de cazadores también se intentó reflejar al hombre de Tepexpan, un esqueleto prehistórico hallado por Helmut de Terra en 1947 en los llanos de dicha localidad del Estado de México.

Al igual que sucedió con el hallazgo del mamut de Santa Isabel Iztapan, nuevos estudios han desmitificado al supuesto hombre de Tepexpan. El antropólogo Santiago Genovés se dio a la tarea de volver a revisar los restos del personaje, y de su estudio titulado Revaluations of age, stature and sex of the Tepexpan remains concluyó que lo que durante años se había pensado era de sexo masculino, ahora había evidencias para considerar que se trataba de una mujer. Más aún, su edad aproximada fue de 30 años y su altura sólo llegaba a 1.60 m”.

Posteriores estudios, como los practicados por el doctor Thomas Stafford, del Laboratorio de Geofísica de la Institución Carnegie de Washington, indican que, en realidad, se trata de restos más tardíos, con una antigüedad cercana a los dos mil años. Nuevos estudios se practicaron en la Universidad Liverpool John Moores de Inglaterra y resultó tener una antigüedad de cuatro mil 600 y siete mil 600 años.

A pesar de que la propuesta científica de 1964 respecto a la caza del mamut ha quedado rebasada, el efecto dramático del diorama y su calidad plástica hacen de esta pieza un clásico de las maquetas del Museo Nacional de Antropología, cuyo fin pedagógico se ha cumplido por 50 años, pues el público infantil e incluso adulto no dejan de sorprenderse con la escena, que también forma parte de la historia del desarrollo de los estudios de prehistoria en México, impulsados justo con el descubrimiento del mamut de Santa Isabel Iztapan.

En el futuro se abre la posibilidad de incluir los nuevos hallazgos a las museografías de estos periodos, tales como el aprovechamiento in situ del mamut en su lugar de deceso y los nuevos roles de los cazadores en estas tareas.