Aunque Carlos Slim se negó rotundamente a considerar su nuevo Museo Soumaya, como único e incomparable, el museógrafo español Alejandro Massó dijo que ese espacio diseñado por Fernando Romero es “uno de los grandes museos del mundo en esta especialidad y que México debe estar orgullosísimo de disponer de semejante colección”.
Hoy, ese recinto enclavado en los terrenos de una fábrica de llantas de la colonia Ampliación Granada, en el poniente de la ciudad de México, resguarda “una de las diez o posiblemente doce mayores colecciones creadas por un hombre en el mundo”, señaló Massó.
Esa colección, compuesta por alrededor de 65 mil piezas está abierta al público, que podrá acceder de manera gratuita la exhibición que propone un diálogo entre el arte desde el siglo XVI y en especial de los siglos XIX y XX.
El museo es imponente por fuera y por dentro deslumbrante. A lo lejos se vislumbra esa gran colmena plateada de 47 metros de altura, con fachada hecha a partir de 16 mil hexágonos, a la entrada de la Plaza Carso, sobre Miguel de Cervantes Saavedra, entre Ferrocarril de Cuernavaca y Presa Falcón.
La construcción, de 17 mil metros cuadrados, tiene una área para exposición de 7 mil 517 metros, los cuales están distribuidos en seis niveles, cada uno con diseño propio y único.
A lo largo de las salas están dispuestas las obras de grandes maestros europeos como Picasso, Rodin, Dalí, El Greco, Rubens y Tintoretto, Murillo, Rubens, Tiziano, el Tintoretto, Tolouse-Lautrec, Matisse, Miró y otros. Y se emplazan las creaciones de artistas novohispanos y del México independiente, como Miguel Cabrera y Hermenegildo Bustos, o las piezas de los muralistas y de contemporáneos como Juan Soriano y Francisco Toledo.
La convicción del ingeniero Slim, dijo ayer al presentar el Museo, es que “este proyecto es gratuito y tiene como finalidad ofrecer cierto material cultural y plástico para que los mexicanos vayan aprendiendo a apreciar la cultura mexicana y la cultura universal”.
Carlos Slim fue categórico al señalar que el nuevo Museo Soumaya se ha construido “en un terreno privado, con construcción privada, gasto privado y colección privada”, pero que seguirá siendo sostenido gratuitamente y no con apoyos fiscales, “ni siquiera con deducciones fiscales”.
El empresario reconoció que siempre pensó en hacer un proyecto muy ambicioso con todos los avances tecnológicos y con una arquitectura complicada pero con gran capacidad. De eso dan cuenta las seis salas de exhibición con arte de culturas mesoamericanas del Occidente, arte mexicano del siglo XX, la llamada Era Rodin, una amplia muestra de escultura europea del siglo XIX y los antiguos maestros, tanto europeos como novohispanos.
Tras asegurar que este museo y la Plaza Carso, donde se localiza, forman parte de una reconversión urbana de zonas industriales como lo hizo en Plaza Loreto o en Peña Pobre, el empresario refrendó que se trata de un museo 100% con diseño, creación, fabricación y mano de obra mexicana.“Estamos muy contentos de poder ofrecer este espacio y compartir esta colección”, señaló.
Coleccionista al estilo XIX
El empresario mexicano encabezó el recorrido por las seis salas del museo acompañado por su hija Soumaya, su yerno y arquitecto del recinto, Fernando Romero, y por Alfonso Miranda, director del museo, quien daba detalles del óleo, la escultura o la pieza precolombina frente a la cual se detenía un Slim sonriente y dicharachero.
Como un coleccionista de primer nivel al estilo de la aristocracia francesa e inglesa del siglo XIX, lo describió el museógrafo Alejandro Massó, quien colabora en los más importantes museos españoles y es asesor de la museografía del nuevo Soumaya.
El especialista español destacó en la colección la riqueza de sus fondos, la tenacidad de conseguir piezas bonitas, buenas, interesantes y raras.
Al llegar a la sala 2, dedicada a la vida cotidiana, el empresario abrió la consola y puso un disco que dejó escuchar una breve melodía; fue un regaló a todos los que recorrían con él ese espacio. Pero esa música no podrá ser escuchada por ningún otro asistente, pues esa consola de madera es una pieza de arte de entre las más de mil que fueron seleccionadas para la apertura del recinto.
En el selecto grupo de piezas se encuentran algunas de las favoritas del empresario mexicano como Las tres sombras o El Pensador , de Auguste Rodin; La sagrada Familia , de El Greco, y El Cristo , de Salvador Dalí.
Infatigable, Carlos Slim posaba ante las esculturas emblemáticas de Rodin, se detenía ante las tres obras de José María Velasco o fijaba su mirada sobre los tres murales de su colección: uno de David Alfaro Siqueiros, otro de Rufino Tamayo -instalado en el lobby del museo- y el que fue el último mural realizado por Diego Rivera: Río de Juchitán.
A la vanguardia tecnológica
En palabras del arquitecto Romero el nuevo Museo Soumaya es el primer edificio de la era digital en la aplicación del diseño a la arquitectura.
Antes de caminar al lado de su suegro y su esposa, constatando la riqueza artística de la colección que está bajo la custodia de la Fundación Carlos Slim, Romero dijo que “el edificio toma todas las tecnologías de vanguardia y hace un museo que privilegia la sensibilidad, conecta todas las salas de exposición a través de rampas y privilegia el acceso al arte universal para todos los mexicanos de manera gratuita”.
El edificio es una apuesta de Slim por formar capital humano a través de proyectos en salud, educación y cultura. Aunque todavía faltan detalles del montaje de la sala que reunirá el conjunto inédito de dos mil monedas de oro virreinales y un millar de plata del imperio que encabezó Maximiliano, Massó dijo que éste es “un museo abierto que admite visitas de todo el mundo, de todas las capacidades físicas, de todos los niveles de conocimiento; es un museo móvil, con muros que permiten crear espacios en función de lo que venga”.