Un cuadro de madera de cuatro metros de diámetro, colocado al pie del Monumento a los Niños Héroes, sorprendió al público que alrededor de las seis de la tarde caminaba curioso por el andador principal del Bosque de Chapultepec; algunos actores, entre éstos varios niños de entre ocho y 15 años, se preparaban para la representación del cuadro de Diego Rivera titulado Niños pidiendo posada, como parte de las actividades del Primer Festival Luces de Invierno.
Coordinados por el promotor cultural Javier Jiménez, los 15 participantes realizaron una breve pero precisa recreación de la obra original, pintada en 1953, en la cual se observa a un grupo de personas vestidas con el atuendo típico de las comunidades indígenas de Oaxaca, las cuales inspiraron al pintor, mientras caminan en proscenio para pedir la tradicional posada que se acostumbra en esta época decembrina.
Un nutrido grupo de personas, provenientes del Centro de Cultura Digital Estela de Luz, se arremolinaron en torno al imprevisto escenario, donde los actores adoptaron las poses de los personajes creados por Diego Rivera, para acto seguido comenzar a convivir con los asistentes, que sin superar la sorpresa inicial aceptaron gustosos participar en esta representación.
Al ser el tema central del cuatro la tradicional “pedida de posada”, el público se dividió en dos partes, una correspondiente a los que la solicitaban y la otra formada por quienes la otorgaban; los personajes hicieron las veces de animadores para guiar a los presentes en esta ocasión, llevándolos por cada uno de los pasos necesarios para que la virgen María y San José lograran encontrar refugio.
El momento de romper la piñata a pesar de sólo una representación, contó con los cantos y la simulación de una verdadera pieza artesanal, lo que causó varios momentos de diversión, pues los niños presentes no entendían qué pasaba y constantemente cuestionaron lo que sus papás les pedían hacer…
La representación de los personajes de la pintura de Diego Rivera fue hecha con particularidad minuciosidad, pues las más fueron hechas con la técnica de la cartonería, mientras que los colores de sus ropas eran idénticos a los presentados en la obra original.
Las prendas eran de algodón y manta, con tonalidades características de las comunidades indígenas de Oaxaca, para reproducir de esta manera todos los detalles de la pintura, y para lograrlo emplearon pigmentos idénticos a los usados por Diego Rivera en su cuadro. El resultado, además de impresionar por el movimiento de los intérpretes, provocó estímulos que se movieron entre el júbilo, la alegría y la contemplación de un cuadro “en vivo”.
El complemento del montaje fue la representación de otra pintura, pero en el Jardín de las Pérgolas del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, titulada La piñata.