El último fin de semana de agosto Londres celebra, en uno de sus barrios más diversos y cosmopolitas, un colorista carnaval. El sonido de los tambores, el olor de alitas de pollo recién hechas, la música y el color llenan las calles de Notting Hill en uno de los eventos más curiosos y esperados en Gran Bretaña.
La fiesta comienza el sábado con la competición de grupos de percusión; el domingo tiene lugar el carnaval infantil y el concurso de disfraces; y el lunes es el día del gran desfile de carrozas y la celebración se prolonga hasta la madrugada con un buen número de festejos.
A todo ritmo.
Durante tres días las calles del norte de Londres se convierten en un pequeño Caribe que vibra al ritmo del Calipso y la Soca, la música es una de las esencias de este carnaval que viene celebrándose desde 1964. Nació como expresión de la numerosa comunidad afro-caribeña del barrio y fue una forma de contrarrestar la tensión que se generó entre los inmigrantes recién llegados y la comunidad originaria de Notting Hill.
Recuerdo de la esclavitud.
La fiesta que se vive a todo ritmo ofrece, además de plumas y lentejuelas, una muestra de la gastronomía de lugares como Trinidad. De hecho, el origen de este carnaval procede de esta isla, antigua colonia británica, y de las fiestas que a finales del siglo XIX proliferaron para celebrar la abolición de la esclavitud, unas fiestas en las que se parodiaban las costumbres de los europeos y su indumentaria.