Un nuevo informe de ONUSIDA presentado este lunes destaca que sólo en los primeros seis meses de 2016 los países han logrado incluir a un millón de personas más en el grupo de pacientes que acceden a tratamientos antirretrovirales contra la enfermedad.
En total, en junio de este año, más de 18 millones de personas recibieron medicinas vitales, entre ellas 910.000 niños. Esto es el doble que hace cinco años.
ONUSIDA subrayó que si estos esfuerzos continúan e incluso aumentan, el mundo estará en camino de alcanzar la meta de 30 millones de personas bajo tratamiento para el año 2020.
El director ejecutivo adjunto de ONUSIDA, Luiz Loures, explicó que a pesar de los avances todavía existen desafíos pendientes.
“Es necesario avanzar al mismo ritmo en términos de prevención. Ahí debemos mejorar especialmente en la prevención entre los jóvenes”, dijo Loures.
El informe subraya que la prevención es fundamental para acabar con la epidemia en un grupo donde se requiere romper con el ciclo de contagio que es el de las mujeres de entre 15 y 24 años, que por lo general adquieren el virus de hombres adultos.
Esta transición de las jóvenes hacia la edad adulta es un momento muy peligroso, dijo la agencia de la ONU. Ese grupo de población tiene tres veces más posibilidades de contraer el virus, además de que acceden muy poco a diagnóstico y tratamientos, por lo que ONUSIDA dijo que urge hacer un esfuerzo extra al respecto.
Según el estudio, esa franja de edad es un momento muy peligroso para las mujeres. En 2015, cada semana cerca de 7.500 jóvenes se infectaron con VIH, especialmente en África.
Las niñas del sur de África en ese grupo etario representaron el 90% de todas las nuevas infecciones por el VIH y más del 74% en África oriental.
A nivel global, el número de nuevas infecciones entre las chicas de entre 15 y 24 años se redujo en apenas un 6% entre los años 2010 y 2015, pasando de 420.000 a 390.000.
El informe también advierte del riesgo de resistencia a los medicamentos. Destaca la necesidad de trabajar en conjunto con los programas contra la tuberculosis, el virus del papiloma humano y el cáncer de cuello uterino, así como el de la hepatitis C, con el fin de reducir las principales causas de enfermedad y muerte entre las personas que viven con VIH.
En 2015, 440.000 de los 1,1 millones de personas que murieron de una enfermedad relacionada con el SIDA lo hicieron a causa de la tuberculosis, entre ellas, 40.000 niños.