A los 18 años, el padre Alberto Cutié pensaba que la Iglesia católica era »como el Listerine»: antiséptica, sin gérmenes. No concebía »los problema internos» que asegura la plagan.
A los 41, después de que el famoso sacerdote de Miami dejara de ser católico romano tras la publicación de unas fotografías suyas besando a una mujer en la playa, Cutié confiesa que ha quedado »desilusionado» con los líderes eclesiásticos y que ahora vive la vida que siempre quiso vivir.
»Yo trabajaba 15, 16, 17 horas. Estaba muy dedicado a los medios de comunicación, a Radio Paz, que dirigía, a mi parroquia, a mis columnas. Mi trabajo era intenso, y era feliz, pero cuando terminaba estaba solo», dijo Cutié en una entrevista.
»La gente no vive lo que vive un sacerdote dentro de la Iglesia. Yo ahora vivo la vida que tendría que hacer vivido hace 25 años. Si yo hubiera sabido lo que sé ahora de la comunidad anglicana, hace tiempo que me hubiera hecho episcopal. Pero uno no lo hace porque uno crece en una cultura que le dice que ésta es la única Iglesia verdadera».
Cutié acaba de publicar »Dilema: la lucha de un sacerdote entre su fe y el amor», un libro también disponible en inglés en el que habla sin tapujos sobre su relación amorosa y describe su pasado católico romano. El sacerdote ingresó hace poco en la Iglesia episcopal, rama estadounidense de los anglicanos.
En su libro, Cutié denuncia que los líderes de la Iglesia aceptan de forma secreta las relaciones homosexuales o heterosexuales de los sacerdotes pero rechazan la suya porque se hizo pública.
»El clero realmente tiene una vida sexual, mucho más activa de lo que la gente imagina», dijo Cutié en Manhattan, donde se encontraba promocionando su libro. Aunque aseguró haber recibido muchas críticas desde su publicación, también dijo que hay »monjas y sacerdotes» que le han escrito agradeciéndole »lo que ellos quisieran decir abiertamente».
Cutié, apodado »Padre Oprah» por los medios de comunicación debido a sus consejos de pareja, dijo que escribió el libro porque después una década de lidiar con los problemas de otros, tenía que hablar de su propio »dilema».