Pasarán dos años para que Bellas Artes funcione al 100%

La Sala Principal del Palacio de Bellas Artes fue abierta con prisa, en medio del desorden y con “cosas que aún chocaban entre sí”. La presión por entregar el inmueble para que fuera parte de las actividades celebratorias del año del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, obligó al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) a reabrir con premura el máximo proyecto cultural del sexenio calderonista.

El resultado: fallas y contratiempos en varias de las funciones que se han presentado hasta ahora, mismas que podrían continuar durante los próximos dos años; cálculo del que estuvo consciente el Instituto dirigido por Teresa Vicencio.

Además, el Palacio está siendo sometido a una apretada agenda que no ha permitido probar a plenitud los sofisticados sistemas de iluminación y tramoya. El costo ha sido ser exhibidos como incapaces de operar con profesionalismo.

Ante esto, el silencio de las autoridades ha sido una constante, desatando así una serie de denuncias por parte de algunos artistas del INBA, que van desde que los equipos adquiridos no funcionan hasta que hace falta capacitación.

En entrevista, Philippe Amand, quien fungió como asesor principal de los trabajos de remodelación, cuyo contrato con el INBA terminó en octubre pasado, rompe con el hermetismo que ha sostenido el Instituto y reconoce errores de operación, prisas en los montajes, acepta que faltó un periodo de prueba y asegura que es cuestión de tiempo para que los técnicos logren dominar los sofisticados sistemas en la sala.

Por lo pronto, mientras el tiempo los alcanza, informa que convocó a un experto en el equipo de iluminación para que brinde nuevamente asesorías a los técnicos, y espera hacer lo mismo para la tramoya.

¿Qué falló en la puesta de “El jardín de los cerezos”?

Lo que sucedió es lo que sucede cuando uno no tiene el tiempo completo para probar y verificar que todo está bien. Yo estaba operando la consola y apreté un botón equivocado, cometí un error de operación que lamento profundamente. Fue un momento muy difícil, los segundos se volvieron eternos. Fui el asesor del proyecto de remodelación y me pasa eso justamente a mí… Van a pasar muchos años y seguiré recordando esos 30 segundos inolvidables en mi carrera.

¿Se pudo evitar si los hubieran dejado entrar antes?

Se pudo evitar si efectivamente hubiera tenido las horas que requería ese espectáculo. Ya sabíamos que se montaba en 72 horas, pero por los tiempos que tiene (la programación del Palacio) nos dieron 58, además tuve que volver a prender todo. No me estoy justificando, sólo explico lo que realmente sucedió. De algún modo esa primera función fue como mi ensayo general.

Algunos artistas han dicho que les falta tiempo de ensayo, la planeación es competencia de…

De quien programa. Entiendo que el Palacio estuvo cerrado por dos años y había una necesidad de ver todo lo que no se pudo. Veo la programación y está con mucha actividad, no es que esté mal, pero al modernizar un teatro pues hay sistemas nuevos y hay un tiempo de adaptación. Calculo que pasarán dos años para que todo esté aceitado y funcione adecuadamente. Los técnicos trabajaron con los sistemas anteriores por décadas, así que cuando había una eventualidad los conocían tan bien que resolvían los problemas. Ahora hablamos de que llevan tres meses operando un nuevo sistema, pues obviamente cuando hay una eventualidad todo se vuelve sorpresa. Van a seguir pasando cosas, como me pasó a mí en “El jardín de los cerezos”.

David Alexander (de Teletec) explicó que para algunos sistemas, la capacitación fue de horas…

Fui responsable de dar varias de las capacitaciones, para hacerlo tuve que armar una especie de laboratorio virtual, por ejemplo, para la consola de iluminación teníamos unos simuladores para poder ver cómo prendían. No es lo mismo estar sobre un simulador para pilotear un avión, que pilotearlo, así que hay cosas que no pudieron probarse hasta que Teletec nos entregó los sistemas instalados y eso fue cuando los grupos artísticos ya entraron a ensayar.

Hay cosas que se tuvieron que ver en muy poco tiempo y se están viendo ahora que está el teatro en operación. Hubiera deseado tener el teatro cerrado dos meses para mí, para poder realmente probar los equipos.

Que la UNESCO, Icomos Internacional y la PGR estén valorando el dictamen que Icomos México realizó sobre la remodelación, ¿qué opinión le merece?

¿Por qué no me cuestionaron antes? No ocultamos lo que íbamos a hacer. No cuestiono lo que diga ICOMOS, cuestiono el momento en el que lo hacen.

Es muy difícil ahora, terminado el proyecto, escuchar las voces y pensar que ahora podemos echar marcha atrás. Me duele mucho.

En la puesta de danza de “Oneguin” hubo retrasos de hasta 45 minutos porque se atoraron las varas en los telares. ¿Eso también fue cuestión de tiempo?

“Oneguin” fue el primer espectáculo que se empezó a montar antes de la propia inauguración. ¡Fue una locura! Es como cuando te entregan tu departamento, apenas están acabando de pintar, aún están los albañiles y al día siguiente entras a vivir; así llegamos.

Fue muy estresante el último mes en el Palacio de Bellas Artes. Mentiría si negara que ya no había cosas que chocaban entre sí.

En la ópera “Fidelio” falló la iluminación y tuvieron que usar una laptop para continuar…

El sistema de iluminación fue concebido para que puedas hacer eso. ¿Tuviste un problema? Pues resulta que puedes sacar tu laptop y resolverlo, ¡¿No te parece maravilloso eso?! ¡Es una bondad! Antes eso no era posible, si fallaba pues ¡bye!, ¡se te acababa el show! ¿Por qué lo tenemos que ver todo negro? A esto me refiero cuando digo que en dos años ya podrán resolver todo.

Para algunos la eliminación del paso de gato se está volviendo un problema…

Toda la logística de operación cambió. Programar la consola de iluminación o la consola de tramoya toma tiempo, no hay que pensar que porque es una computadora es fácil. Yo me he quedado callado escuchando todas las voces críticas, si decía algo hubiera parecido que me defendía, no lo hago, que quede claro.

¿Qué ánimo percibe en el INBA?

Pues eso habría que preguntárselo a ellos.

No han querido, hay un silencio que se presta a la perspicacia.

Pues sí. No soy funcionario del Instituto y no me corresponde a mí, pero quiero pensar que también creen que falta tiempo, que hay mucha programación, que están muy ocupados. Entiendo que es difícil encontrar los momentos para arreglar algunas cosas por la programación del recinto, espero que haya espacios en la agenda para que se puedan hacer.

Que con 680 millones invertidos no debería fallar nada…

Los aviones se caen, no podemos pensar que las cosas son infalibles, lo que podemos hacer es volverlas más seguras.

Agencia El Universal