Ciudad de México.- La Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología se convirtió en una caja de resonancia, donde escritores, narradores, periodistas y promotores culturales se dieron cita para dar lectura a cada uno de los versos que componen “Piedra de Sol”.
En un homenaje sencillo y vivo, a 20 años de que Octavio Paz recibió el Premio Nobel de Literatura, los asistentes disfrutaron de la sonoridad contenida en el poema extenso que escribió Paz (1914-1998) en su juventud.
Metáforas sobre lo infinito e incomprensible de la vida discurrieron en tonos pausados, agitados, esperanzadores, desasosegados, aquietados.
Capturados en un tiempo remoto, Coatlicue y deidades de la tierra y del maíz, cuchillos de obsidiana de filo sombrío, fueron los testigos inamovibles de un caudal de palabras que comenzaron con Un sauce de cristal, un chopo de agua, / un alto surtidor que el viento arquea, / un árbol bien plantado mas danzante, un caminar de río que se curva, / avanza, retrocede, da un rodeo / y llega siempre.
El rostro de Xiuhtecuhtli enmarcado en el centro de la Piedra del Sol o Calendario Azteca, se erguía fatuo por encima de quienes asistieron a la convocatoria realizada por la Dirección de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) .
Jóvenes, niños, madres, personas que comúnmente están en el trajín del día a día, se ensimismaron al orden de las ideas, de las emociones.
Miradas enterradas en un pozo, / miradas que nos ven desde el principio, / mirada niña de la madre vieja / que ve en el hijo grande un padre joven, / mirada madre de la niña sola / que ve en el padre grande un hijo niño, / miradas que nos miran desde el fondo / de la vida y son trampas de la muerte / ¿o es al revés: caer en esos ojos / es volver a la vida verdadera?
Xiuhtecuhtli, constreñido en la Piedra del Sol, emerge del agujero de la tierra sujetando un par de corazones humanos y mostrando su lengua transformada en cuchillo de sacrificios. Rodeado de los cuatro soles que antecedieron al quinto sol, el dios del fuego parecía devorar las palabras fugaces, pero eternas escritas por Octavio Paz.
Las inquietudes que alguna vez dejara impresas en papel el poeta mexicano, se agitaron y volcaron al aire con el timbre de las voces de Mónica Nepote, Arturo García, Benito Taibo, Ernesto Lumbreras, Socorro Venegas, Alan Aguilar, José Carlos Canseco, Tomás Gómez, Juan Carlos Jiménez, Néstor Ramírez, Rodrigo de Gardenia, Carla Faesler, Vivianne Thirion y Diana Magaloni.
…todo se transfigura y es sagrado, / es el centro del mundo cada cuarto, / es la primera noche, el primer día, / el mundo nace cuando dos se besan, / gotas de luz de entrañas transparentes / el cuarto como un fruto se entreabre / o estalla como un astro taciturno.
De los horrores de la soledad, el enfrentamiento, el desvarío del ser, la vida permanece de ánimo inalterable. Paz reconocía ese saber que los pueblos prehispánicos dejaron cincelado en piedra; ya en la primera edición de “Piedra de Sol”, en 1957, el escritor anotaba que los signos mexicanos correspondientes al Día 4 Ollin (Movimiento) y al Día 4 Ehécatl (Viento), figuran al principio y fin del poema.
En un vaivén de imágenes talladas por las palabras, “Piedra de Sol” cerraba y volvía abrir en la voz de Diana Magaloni, directora del Museo Nacional de Antropología: Un sauce de cristal, un chopo de agua, / un alto surtidor que el viento arquea, / un árbol bien plantado mas danzante, un caminar de río que se curva, / avanza, retrocede, da un rodeo / y llega siempre…
Agencia El Universal