Cada primavera, la capital checa se convierte en una gran sala de conciertos cuando inaugura en el mes de mayo su Festival Internacional de Música. En 2014, además, coincide con el Año de la Música Checa, un certamen que desde 1924 se repite los años acabados en cuatro, y que en esta edición incluye un homenaje al compositor Antonín Dvorák (1841-1904) en el 110 aniversario de su fallecimiento. Mozart será otro protagonista. El músico austriaco, enamorado de la musicalidad de Praga, visitó varias veces la ciudad. Fue en su residencia de la Ciudad Vieja (Staré Mesto) donde maduró una de sus grandes óperas, Don Giovanni, que además estrenó personalmente en el Teatro Estatal.
La plaza de la Ciudad Vieja es el corazón de Praga. Cada dia a las horas en punto, se puede ver desfilar a los doce Apóstoles junto con la Avaricia, la Vanidad, la Muerte y el Turco. Son las figuras autómatas del Reloj Astronómico, un alarde técnico del siglo XV y hoy símbolo de la ciudad, que decora el Ayuntamiento de la Ciudad Vieja. Desde la torre de este edificio medieval se disfruta de una visión privilegiada sobre la plaza, dominada por la iglesia gótica de Nuestra Señora de Tyn con sus torres negras y picudas, la iglesia de San Nicolás, uno de los mejores ejemplos de barroco praguense, y el Palacio Kinsky, rococó, que suele albergar exposiciones de arte.
La Historia ha sacudido a la capital checa en numerosas ocasiones y el siglo XX se encarnizó especialmente con ella: dos guerras mundiales, la invasión nazi, el éxodo judío, los estragos del comunismo… A pesar de ello, Praga se muestra espléndida y vigorosa cuando se pasea por las calles de la Ciudad Vieja, con sus edificios medievales, renacentistas y barrocos, sus tiendas y restaurantes tradicionales.