El radiobiólogo español Eduard Rodríguez-Farré afirmó hoy que el accidente en la central japonesa de Fukushima es «un Chernobil a cámara lenta», en alusión a la catástrofe nuclear ocurrida en esta planta de la antigua URSS en 1986, la más grave de la historia.
A juicio de este experto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CESIC) , las últimas noticias sobre las explosiones en la central japonesa, aunque contradictorias, aconsejarían elevar a 6 el nivel de alarma atribuido por la Agencia Internacional de Energía Atómica a este suceso.
Ese nivel se sitúa un punto por debajo con el que se calificó al incidente de Chernobil, cuando la mayor parte de la radiactividad se diseminó en un momento.
En Fukushima, «cada día está explotando un reactor, y aunque se diga que se está conteniendo, la situación va a peor y hay muchos ingenieros internacionales que aseguran que está descontrolada; realmente el temor es de un accidente grave, lento pero que va en aumento y en el que ya se está diseminando radiactividad», argumentó el científico.
Aseguró que el accidente «se les ha escapado de las manos» a los técnicos japoneses.
«Es mucho mayor de lo que se está diciendo, con tres reactores averiados, explosiones espectaculares. Y por mucho que aseguren, se ha producido una alteración estructural del sistema… y aún quedan más reactores», aseveró.
Rodríguez-Farré señaló que en Fukushima se está asistiendo a un accidente casi cotidiano y que los principales riesgos los están sufriendo los trabajadores, algunos de los cuales han sido ya hospitalizados con irradiaciones graves.
El científico del CSIC apuntó que el aumento del área de la que se está evacuando a la gente refleja que las emisiones de radiaciones son más graves de lo que dicen las administraciones japonesas y que variarán según las condiciones meteorológicas, pues, por ejemplo, si llueve se acumulará más radiactividad.
«Está llegando a Tokio y en Rusia la han detectado en su costa del Pacífico. La diseminación es totalmente imprevisible si no se tiene el cuadro meteorológico concreto, pero en áreas bastante extensas se están alcanzado niveles de radiación preocupantes: un milisievert por hora, que es la dosis máxima que puede recibir la población en un año», remarcó.
Este experto, autor de varios estudios sobre los efectos del desastre de Chernobil, advirtió del riesgo de la dispersión del plutonio que se encontraba en las piscinas de la central situadas prácticamente al nivel del de Marzo y de las que no se ha informado si el tsunami pudo afectarlas al igual que a los reactores.
El plutonio dispersado en el ambiente permanece miles de años y también es altamente tóxico.
Rodríguez-Farré subrayó que el escenario más pesimista pasaría por una sucesiva explosión de los reactores, que se fundiera su núcleo y se diseminara la radiactividad.
«Una cantidad inmensa -añadió-, porque incluso en Chernobil, donde se diseminó mucha radiactividad, en la zona del sarcófago quedó una cantidad enorme, lo que provocó una gran número de muertos entre los liquidadores» (los técnicos que trataron de sellar la planta) , algo que temió que se pudiera reproducir en Japón.
Por otro lado, el radiobiólogo no vio factible que los eventuales efectos de tal radiación alcanzaran España y otros puntos de la Europa occidental.
«Es poco probable y, aunque no hay nada imposible en estos casos, estamos a 12.000 kilómetros. A Rusia, a China, a Taiwán puede llegar. ¿A Europa? dependerá de la circulación de las células atmosféricas y esa es una cuestión que puede variar por muchas factores» , explicó Rodríguez-Farré.
Recordó que, en el caso de Chernobil, la nube tóxica llegó a rozar España y obligó a sacrificar toda la cabaña de renos de las zonas árticas.
Como Japón no es un exportador de alimentos, tampoco hay que temer -señaló el científico- que puedan llegar productos agrícolas contaminados en un futuro a los mercados europeos.
Agencia El Universal