La cabeza momificada de un guerrero polinesio de etnia maorí regresará hoy a Nueva Zelanda tras haber permanecido más de un siglo expuesta en un museo de Rouen, noroeste de Francia, y después de años de litigio entre ambos países.
Esta restitución, que hizo necesaria una reforma legislativa para poder autorizar la salida de los vestigios humanos, abre la puerta a la devolución de otra quincena de cabezas momificadas que se guardan en museos franceses, entre ellos el etnológico del Quai Branly de París.
El Ayuntamiento de Rouen mostró en un comunicado su satisfacción por la devolución de esta cabeza, que reposó en el museo desde 1875, cuando fue donada por un particular, hasta que en 1996 dejó de estar expuesta al público.
El municipio da así respuesta a la petición del pueblo maorí, que desde hace dos décadas busca los restos de sus ancestros dispersos por el mundo para darles sepultura.
La entrega culmina un largo recorrido administrativo, judicial e incluso político, puesto que las autoridades francesas temían que con la restitución de esta pieza se diera luz verde a la salida de otros restos humanos del patrimonio museístico francés.
El año pasado, finalmente, las cámaras francesas avalaron una reforma legislativa que permitía la devolución de las momias al país del que salieron.
Francia se suma con esta iniciativa a la lista de países como Suiza, Reino Unido, Dinamarca, Alemania o Argentina que ya han devuelto parte de los 500 restos maoríes repartidos por el mundo como consecuencia de robos o compraventas hasta el siglo XIX.
Las cabezas maoríes, pertenecientes a guerreros muertos en combate, eran expuestas por sus pueblos hasta que se estimaba que el alma del difunto se había evaporado, momento en el que eran inhumadas.
En el acto de devolución de hoy, en el que participó una comitiva encabezada por la embajadora de Nueva Zelanda en Francia, Rosemary Banks, un grupo de mujeres entonaron un «karanga» , un canto tradicional con el que los maoríes evocan la memoria de sus ancestros.
El cráneo viajará esta tarde al país oceánico, donde será inhumado según las costumbres tradicionales de su tribu para su reposo eterno, subrayó el consistorio en su nota.
Para los impulsores de esta devolución, la cabeza no podía permanecer expuesta al público, ya que «se trata de un resto humano» , obtenido además en una época en que se llevaban a cabo «intercambios y tráficos poco honrosos».
La apropiación en el pasado de piezas de valor arqueológico, histórico o etnológico por parte de museos franceses ha provocado en varias ocasiones problemas diplomáticos con los países de origen.
Uno de los casos más sonados fue el de la llamada «Venus Hotentote» , una mujer africana fallecida en París en 1815 y cuyo cuerpo fue expuesto en varios museos franceses hasta 1974.
Tras una larga batalla, el cuerpo regresó a Sudáfrica en 2004, cuando recibió la aprobación del Parlamento francés.
El caso generó una amplia polémica, ya que la momia había sido clasificada como «bien inalienable» según una ley del siglo XIX, por lo que la devolución del cuerpo se retrasó durante varios años.
Los bienes arqueológicos procedentes de otros países tampoco han estado exentos de polémica.
En 2009, Egipto anunció que suspendía su cooperación con el Museo del Louvre de París hasta que no le fueran restituidos cinco fragmentos de frescos pertenecientes a una tumba egipcia.
El ejecutivo galo intervino unos días más tarde para aprobar la desclasificación de las obras y su devolución a El Cairo.
Agencia El Universal