El escultor Sebastian (Camargo, Chihuahua, México, 1947) inaugura este miércoles su más reciente obra escultórica titulada Universos paralelos, se trata de un trabajo logrado a través de un incesante estudio sobre teorías matemáticas, como la topología algebraica, algebra abstracta, superficies de Bernhard Reimann, Teoría de las supercuerdas y la cuántica, todas para lograr nudos escultóricos combinados con el efecto poético que mezcla con su entendimiento del misterio cósmico de Kepler y la influencia del arte griego y renacentista.
Complejo trabajo de un escultor monumental que siempre ha fundido en su obra arte y ciencia: “Hace años, cuando acababa de conocerse la Teoría de nudos y la topología combinatoria, de una manera meramente intuitiva y elemental, por emoción, empecé a hacer nudos escultóricos que expuse en la galería Juan Martí.
“La exposición se llamó La música de las esferas y estaba inspirada en los renacentistas en cuanto a su relación con la música que concluye en la idea de Kepler y su propuesta del Mysterium comographicum, teoría para demostrar cómo funciona el universo. Entonces la crítica ya habló de la ciencia y el arte de mi obra.
“Así, toda mi vida ha estado marcada e influida por los medios científicos para llegar a mi fin plástico”, dice en entrevista con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Este escultor inventor de un lenguaje propio, inspirado en la geometría y la matemática, ha sido condecorado con los doctorados Honoris Causa de la Universidad de La Laguna en 2003, de la Universidad de Chihuahua, en 2005; de la Universidad de Colima, en 2007; del The City College of New York, en 2008; de la Universidad Nacional Autónoma Metropolitana (UAM), en 2011, y en abril de este año por la Universidad Autónoma del Estado de México.
En Nueva York, Sebastián recibió la distinción por el Desarrollo de Aplicaciones Matemáticas en la Evolución del Lenguaje Plástico, con el cual logra formas de enorme precisión, complejidad conceptual y originalidad geométrica.
“Todos estos años he estado pensando más a fondo en una geometría profunda para concebir mi obra, he estudiado a muchos matemáticos que me apasionan, como Bernhard Rieman, y con lo hiperbólico desde el punto de vista de los modelos matemáticos pensados para hacer modelos escultóricos.
“Me metí hasta la geometría cuántica y hace dos años trabajé una serie de esferas cuánticas, la cual resultó en una exposición muy sólida y fuerte en su concepto que expuse en la galería Óscar Román, quien decidió mostrar mis investigaciones. Ahora brinco de lo cuántico otra vez a la Teoría de nudos, aunque todo tiene que ver con la misma esencia geométrica, y entro de lleno a la biología molecular, a la física cuántica hasta lo más actual que es la Teoría M o la Teoría de las supercuerdas.
“Conociendo a fondo todas esas emociones matemáticas entré a evocarlas en el sentido escultórico, a realizar modelos matemáticos trasportables a una expresión escultórica, y es lo que la gente va a ver esta noche”, cuenta el escultor al referirse al trabajo que mostrará en la galería Óscar Román con esculturas realizadas en el último año.
“Decidí llamar a esta exposición Universos paralelos, porque en toda la visión de los nudos, sobre todo en esta especulación sobre el espacio de Torus, hay muchas teorías y entre ellas una que habla de los agujeros de gusano para comunicar dos universos en el sentido, tanto micro como macrocósmico, entonces trabajé con modelos que evocan esto y tienen que ver con esos universos paralelos. Con esos medios llego a esculturas que están armonizadas estructuralmente”, añade Sebastian, quien en los últimos años, como investigador de tiempo completo de la UNAM, mantiene un diálogo constante con matemáticos del Centro de Radioastronomía y Astrofísica.
“No soy ni matemático ni geómetra ni científico, pero entro en comunicación y en compresión con estos matemáticos que son los que descubren los pulsares, los hoyos negros; es maravilloso hablar con gente de ese pensamiento. Aprendo mucho, todo lo transformo y convierto en una visión espacial escultórica”, agrega.
Sobre Sebastian, el poeta Jorge Ruiz-Dueñas ha dicho que es uno los pocos artistas que ha logrado mucho de lo que soñaba. Una persona que cuenta con más de medio siglo de trabajo continuo y un camino propio que ha sido extenso, diverso y complejo.
“Empecé de la nada –recuerda-, pero lo hice gracias a una vocación muy fuerte de un niño, casi un adolescente que abandonó su casa en Chihuahua para venirse a la capital a realizar una aspiración: dormí en la calle, pasé hambre, pero lo logré. Y ahora admiro mucho a ese adolescente que me trajo hasta aquí y que ya se convirtió en Sebastian, admiro la fortaleza, la vocación inquebrantable y su pensamiento en el que estaba cierto de que sólo la muerte lo podía detener; cualquier otra adversidad no fue un problema.
“Ahora festejo los logros y lo que llaman fracaso lo miro como experiencias que marcan y forman, que hacen que vayas más adelante y no como pérdida”, apunta este artista mexicano que es miembro del World Arts Forum Council con sede en Ginebra, Suiza; miembro del Consejo Consultivo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; exbeneficiario del Sistema Nacional de Creadores, además de haber recibido distinciones, como La Medaille de la Ville de Paris o el Premio Jerusalem.
Sebastian es un artista especializado en escultura monumental y es reconocido por sus enormes obras construidas en acero o concreto, como el ya célebre Caballito, localizado en el corazón de la capital mexicana y que en 2012 cumplió 20 años como ícono del paisaje urbano de nuestro país.
Ha realizado más de medio millar de exposiciones y su obra se exhibe en 42 museos o instituciones de manera permanente. Sus esculturas públicas y monumentales son parte del paisaje urbano en más de una veintena de ciudades en México y del mundo. Actualmente trabaja una escultura monumental que superará los 60 metros de altura El guerrero chimalli en Chimalhuacán; y está por iniciar en Tijuana La puerta de Las Américas, que estará justo en la garita que da entrada a América Latina desde Estados Unidos.
A unos días de haber cumplido 67 años, el pasado 16 de noviembre, Sebastian afirma: “La vida se va muy rápido, pero creo que hasta el momento no he dejado que me gane, pues he respondido a la misma velocidad con mi obra y una gran producción. Tengo 210 esculturas monumentales plantadas por todo el mundo en 35 años de producción”.
Elogiado y criticado, Sebastian reconoce: “A mí se me critica porque hago una estrategia con mi obra y vendo, y lo he sabido hacer. Pero no a todos los artistas les interesa o no lo saben hacer. Es una cuestión de intuición y de relaciones humanas para ver cómo sacar adelante la obra. Creo que en la vida ante todo hay que saber esperar, comprender, tolerar y pensar que siempre habrá uno superior a ti en cuanto a talento y capacidades.
“El camino que recorre el artista es una gran pirámide, pero también es horrible llegar hasta el vértice y quedarte en soledad, es duro, es mejor quedarte no en medio ni en la cúspide, pero cerca de la punta. Desgraciadamente a veces llegas hasta el pico de la pirámide y ya no hay nada más, y eso se llama soledad”.
¿Y usted tiene esa soledad?
-Tengo tres soledades: La soledad con la que siempre estuve y que la he perdido, pero no del todo, porque está en mi corazón: era mi madre que se llamaba Soledad. Y luego tengo y busco la otra soledad buena, la que necesitas para pensar, para profundizar, para crear. Tú no puedes crear en compañía de nadie porque te distraes y no vas a lo profundo, esa soledad es maravillosa porque te lleva a gozar cosas inusitadas y grandiosas. Y luego viene la soledad mala, la verdadera soledad, en donde te quedas sin nada ni nadie, esa soledad del alma que es la más dura. Creo que en la vida se tiene felicidad, luego bajas, no puedes tener una felicidad constante porque sería mediocre y muy aburrido, debe haber altas y bajas para que tenga sentido la vida.
Su nombre es Enrique Carbajal, pero conocedor del arte y la mercadotecnia decidió llamarse Sebastian: “El nombre tiene que ver con mi maestro de escultura en San Carlos, Alberto de la Vega, quien dio una clase utilizando mi cuerpo; yo me quedé dormido porque no me iba bien en ese tiempo, no comía ni dormía bien, estaba bastante demacrado, y entonces mi maestro dijo que yo era como el Sebastian de Boticcelli.
“Como un año después, el gran poeta Carlos Pellicer me dijo: ‘usted se escapó de un cuadro de san Sebastian de Boticcelli’. Y algunos años después una crítica de arte escribió un texto sobre mí y me relacionó con el san Sebastian de Andrea Mantegna. Entonces pensé: si el santo me persigue, vamos a ver porqué. Lo analice y me di cuenta que la imagen del santo es un gran icono por la cantidad de carga que tiene; luego desde el punto de vista de mercadotecnia el nombre era absolutamente funcional, porque es un nombre tipográficamente muy balanceado, lo pones y es atractivo, es fuerte. Y ya en las últimas décadas le añadí: Escultor, como un apellido, y ya se hace el nombre completo de Sebastian Escultor”, concluye.