Segovia es una urbe de amable paseo que integra en su trazado vestigios monumentales procedentes de épocas diversas.
Declarada en 1985 Patrimonio de la Humanidad, su casco histórico se alza sobre una atalaya rocosa que flanquean los ríos Eresma y Clamores, una ubicación imponente que ya fue apreciado por los romanos.
El paseo por sus tesoros comienza en la plaza del Azoguejo, un lugar dedicado a mercado desde antiguo, que se abre a los pies del famoso Acueducto de Segovia –imprescindible verlo iluminado–. Esta grandiosa obra de ingeniería romana data del siglo I, conserva 166 arcos y en la ciudad se extiende a lo largo de 728 metros, alcanzando su altura máxima (28 m) en esta plaza.
Dejando atrás el emblema heráldico de Segovia, el visitante entra en el núcleo antiguo, impregnado de aire medieval gracias al repertorio de mansiones nobiliarias, palacios y templos románicos.
Al poco se pasa junto a la Casa de los Picos, así llamada por las piedras que cubren su fachada, y al fondo se distingue la plaza de Medina del Campo. En ella sobresale la iglesia de San Martín (siglo XII), escoltada por una escalinata y el señorial torreón de Lozoya.
La plaza, también llamada de las Sirenas por confundir con ninfas marinas las dos esfinges situadas al pie de la escalinata, es un rincón de tanto encanto que los propios segovianos y los visitantes la utilizan como lugar de encuentro.