Sri Lanka es la mezcla perfecta de cultura, tradición, naturaleza y gente humilde y sonriente. La tristeza no define para nada a esta isla con forma de lágrima y repleta de enclaves Patrimonio de la Humanidad, testimonios silenciosos de las diversas civilizaciones que la han habitado a lo largo de milenios.
El viaje por la antigua Ceilán empieza al poco de aterrizar en el aeropuerto de Colombo, la bulliciosa capital, cuando se toma el tren que conduce hacia la bonita ciudad de Kandy, en las Tierras Altas. El trayecto es una explosión de sensaciones y colorido que aumenta a medida que el ferrocarril asciende desde el nivel del mar hasta el corazón de la sierra donde aún se cultiva un té de excelente calidad.
Rodeada por montañas de cumbres de un verde brillante, sumidas con frecuencia bajo la neblina, Kandy se presenta como una interesante mezcla entre la tradición budista y el espíritu colonial legado por los británicos. Fue la capital del último reino cingalés, que duró tres siglos antes de ser derrotado por los ingleses en 1815. De aquella época –1807– es el lago artificial situado en medio de la ciudad.
En su orilla norte se halla el antiguo Palacio Real , ahora transformado en parte en el Museo Nacional, y el muy venerado templo del Diente de Buda, reliquia que llegó a la isla en el siglo iv; asistir a la ceremonia de la adoración, al atardecer, es una experiencia única. Al día siguiente hay que perderse por el mercado que se instala junto al lago y dejarse impregnar por el aire de alegría y fiesta. Es un lugar perfecto para degustar platillos de carne o pescado especiados, acompañados de arroz con curry y probar el arrack, un aguardiente de coco.
La ruta por las Tierras Altas toma rumbo norte para visitar el triángulo que forman Polonnaruwa, capital medieval del reino central de Ceilán, los templos de Sigiriya y la ciudad histórica de Anuradhapura. El esplendor de Polonnaruwa se percibe entre los restos de cientos de monumentos. El que arranca más admiración es el templo de Gal Vihara, con tres Budas colosales: uno meditando, otro de pie con los brazos cruzados y otro recostado de15 metros que representa a Buda alcanzando el nirvana final en el momento de morir.