Trajano…el Emperador que dominó a los Dacios

Un año después de ser proclamado emperador, Trajano abandonó los campamentos legionarios en el Danubio, donde se había dedicado a reorganizar la defensa de las fronteras, y se presentó en Roma para asumir el gobierno del Imperio. Nada más llegar, hizo gala de austeridad y de respeto a las instituciones, en particular al Senado, y se dirigió humildemente al prefecto del pretorio con estas palabras: «Toma esta espada y, si gobierno bien, úsala por mí, y si no, en mi contra».

Tenía entonces 45 años de edad y se hallaba en el culmen de una carrera militar plagada de éxitos, pero era consciente de que aún debía demostrar su valía como emperador. Y el mejor medio para lograrlo era una guerra contra los enemigos del Imperio; en particular contra un pueblo bárbaro que algo más de diez años antes había infligido a Roma una dolorosa humillación, cuando aniquiló a una legión entera y forzó al emperador Domiciano a establecer un pacto por el que otorgaba al rey de los bárbaros un cuantioso subsidio anual.

Trajano invade Dacia

Los bárbaros que habían desafiado a Roma en el año 87 eran los dacios, un pueblo que ocupaba un vasto territorio al norte del Danubio, que corresponde actualmente con Rumanía. Muchos en Roma temían que su victorioso rey Decébalo quisiera fundar un poderoso Estado a las puertas mismas del Imperio. Para vengar la deshonra del pacto de Domiciano, atajar las temerarias ambiciones de Decébalo y, a la vez, impulsar las suyas propias, Trajano decidió emprender una expedición en el año 101 con el propósito de crear una nueva provincia romana más allá del Danubio.

Trajano ordenó que doce legiones se reunieran a orillas del Danubio en Viminacium, al este de Belgrado. Tras cruzar el río por un puente de barcas, las legiones se adentraron en Dacia y se dirigieron a Tapae, una ciudad rodeada de angostos valles y espesos bosques donde los dacios estaban apostados. Trajano recibió allí un mensaje de parte de las tribus danubianas aliadas de Roma, que le aconsejaban que se retirara con sus tropas y respetara la paz firmada por Domiciano.

Pero el emperador ignoró el aviso y emprendió la marcha hacia la ciudad, mientras un segundo contingente se internaba en los bosques para expulsar a los enemigos escondidos. La operación provocó muchas bajas en las filas romanas, hasta el punto de que un conmocionado Trajano no dudó en hacer jirones sus propias vestiduras para fabricar
vendas, pero al final el emperador consiguió la victoria y siguió su marcha imparable.

Tras interceptar a las tropas dacias en una contraofensiva en Adamclisi (Mesia) y asediar la capital, Sarmizegetusa, Trajano consiguió que Decébalo se rindiera. El emperador firmó la paz en el año 102, dejó una guarnición en Sarmizegetusa y, en honor de aquellos que habían caído en el campo de batalla, mandó erigir un altar sobre el que se realizaron anualmente sacrificios en memoria de los caídos.

Pero Decébalo pronto contravino lo acordado. No sólo se había atrincherado en sus fortines, de los que había expulsado a las guarniciones romanas, sino que también se había apoderado de ciudades y territorios vecinos, e incluso había saqueado algunas colonias romanas situadas a lo largo del Danubio.

Por ello, Trajano invadió de nuevo Dacia en el año 105. Esta vez cruzó el Danubio a través de un puente de piedra de dimensiones extraordinarias; un verdadero alarde de ingeniería militar con el que el emperador quería demostrar que no había nada que los romanos no pudieran lograr.

Caza y captura del rey bárbaro

La segunda guerra dacia se inclinó enseguida a favor de los romanos, que al comienzo del verano de 106 asaltaron y tomaron la capital dacia, Sarmizegetusa. En un primer momento, Decébalo huyó para evitar ser capturado y expuesto a la vergüenza pública en Roma, pero uno de los escuadrones romanos, al mando de Tiberio Claudio Máximo, logró dar con su pista. Finalmente, viendo que los romanos se lanzaban contra él, el rey dacio se suicidó degollándose con la afilada y larga espada curva de los dacios. Claudio Máximo cortó la cabeza del monarca caído y se la llevó a Trajano.