Pedro Almodóvar esperaba el León de Oro del Festival de Venecia desde hacía más de tres décadas. Finalmente, ayer se quitó la espina al recibir como un “acto de justicia poética” ese premio, otorgado ahora a toda su trayectoria.
El cineasta —que el director del certamen, el crítico italiano Alberto Barbera, considera “el más grande e influyente” cineasta español desde Luis Buñuel— no ha recibido hasta ahora ninguno de los mayores galardones de los festivales europeos como Cannes y Venecia.
Si vives lo suficiente, yo creo que el tiempo me está dando la razón (…) Yo me siento un poco como que 31 años después me están dando el León de Oro por una película que traje en 1988. Y me gusta creer que es un hecho de justicia poética”, comentó Almodóvar divertido durante una conferencia de prensa celebrada poco antes de la ceremonia oficial, aunque subrayando que no pretendía reprochar nada.
El realizador se refería al filme Mujeres al borde de un ataque de nervios, que compitió ese año en el certamen veneciano y que había entusiasmado al presidente del jurado de entonces, el cineasta italiano Sergio Leone, y que recibió alabanzas de una de sus integrantes, Lina Wertmüller.
En su honor el festival proyecta justamente la película que lo catapultó en la escena internacional.
La Mostra dedicó esta distinción a Almodóvar por su trayectoria, pero también al verle como todo un hijo pródigo, pues precisamente fue en Venecia donde tuvo su debut internacional, en 1983.
El director aseguró que fue en Venecia donde nació como director, fue su “bautismo”, y que esto supuso todo un milagro, pues Entre tinieblas, una historia de vicios y secretos en un convento de monjas, no gustó al entonces presidente del jurado, Gian Luigi Rondi, de la Democracia Cristiana.
Fue el primer gran festival que acogió a aquel muchacho llegado de la movida madrileña y que sólo cinco años después regresaría con sus “chicas”, Carmen Maura, Julieta Serrano, Rossy de Palma, Loles León y Chus Lampreave a la Mostra con una de sus obras más aclamadas, la ya mencionada Mujeres al borde de un ataque de nervios, consiguiendo el premio al Mejor Guion, y percatándose de que “era una imagen de una España de la que —dijo— me sentía orgulloso, una España ultramoderna” a finales de los 80, desempolvada tras cuatro décadas de dictadura.
Tras la rueda de prensa, Almodóvar pasó por la alfombra roja de Venecia para recoger su deseado León de Oro, una distinción que también recibirá la británica Julie Andrews.
En la ceremonia habló, visiblemente emocionada, la directora argentina Lucrecia Martel, presidenta del jurado de la Mostra y a quien Almodóvar ha producido varias películas.
Aplaudió la concepción “religiosa” que el español tiene de su oficio y su labor en aquellos años en los que España despertaba en los albores de una democracia, tiempos en los que Almodóvar y su generación combatieron “con las mejores armas”, las de la cultura.
El cineasta subió al escenario para reivindicar la italianidad como una de sus influencias más notorias, pues su infancia estuvo marcada indeleblemente por el cine y la música del Bel Paese. Y ahora, a sus 69 años, no ve un futuro sin el arte que cultivó durante toda su vida y que le ha convertido en uno de los cineastas españoles más relevantes, si no el que más.
El cine ha sido mi vida y no concibo lo que queda de ella sin hacer películas”, indicó, en referencia a una “necesidad vital” sobre la que se explaya en su reciente obra, Dolor y Gloria (2019).
Cerró su discurso alabando a la industria española, “modesta pero llena de talentos”, y agradeció a todas sus estrellas llamándolas por su nombre de pila: Penélope, Marisa, Carmen o Antonio.
No he pretendido cambiar el mundo, sino narrar el mío con libertad e inocencia”, zanjó, antes de tener entre sus manos un premio que recibieron algunos de sus referentes, desde Buñuel a Michelangelo Antonioni o Federico Fellini.
EXCELSIOR