El pintor Miguel Jerónimo Zendejas (1720-1815) contaba con una capacidad creativa para generar alegorías con un profundo contenido devocional y teológico, que se traducían en imágenes agradables, emotivas y de fácil asimilación, que lo situaron como uno de los artistas favoritos de las élites poblanas durante el virreinato, principalmente del alto clero.
La forma en que el pintor —posiblemente más importante de la Puebla virreinal— lograba la construcción de discursos visuales a partir de varios instrumentos, entre ellos la lectura, es revisada en la exposición La creación y sus procesos: Miguel Jerónimo Zendejas y la serie de La Pasión de Cristo, que se presenta en el Museo de Arte Religioso, Ex Convento de Santa Mónica, de esa entidad.
La exhibición, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), está integra por 12 piezas: ocho óleos y cuatro libros editados entre 1698 y 1852, que dan cuenta de cómo el artista novohispano concibió obras cargadas de un fuerte dramatismo.
El curador Alejandro Andrade Campos informó que la exposición muestra la forma en que el pintor creaba sus obras, no sólo desde la perspectiva estilística sino también conceptual.
El Ex Convento de Santa Mónica es una gran pinacoteca de la obra de Zendejas, lo que se hace patente por los numerosos lienzos del artista que resguarda el recinto, entre los que se escogió una serie sobre la Pasión de Cristo, datada entre el siglo XVIII y XIX, para dar vida a la exhibición.
“Se trata de seis obras de las cuales sólo una está firmada, aunque es claro que forman parte de un conjunto de óleos, algunos de los cuales fueron restaurados; la serie ejemplifica la labor intelectual del pintor”.
De la faceta creativa de Miguel Jerónimo Zendejas se abordan las diferentes fuentes que influyeron en su trabajo, entre ellas la literatura. En la época en que fueron concebidas las piezas de La Pasión de Cristo, era fundamental el texto de 1698, Mystica ciudad de Dios, de Sor María de Jesús, abadesa del convento de la Inmaculada Concepción, de la Villa de Ágreda, en la Provincia de Burgos, España.
“Quien leía un texto como Mystica…, imaginaba cómo sucedieron estas escenas, pero el proceso era un poco complejo porque se podía dispersar el sentido original; la pintura ayudaba a fijar un modelo al abstraerse en la mente del lector”.
Sus obras se caracterizaban por un dibujo muy suave, con una paleta de colores en tonos pastel y una densidad de pigmentación menor, un poco más blanquecina. Seguía esquemas planteados anteriormente en la pintura poblana por José Joaquín Magón y Luis Barrueco, pero los transformaba para generar una mayor dulcificación en sus personajes.
De la serie de La Pasión de Cristo, sobresale la gestualidad de los personajes, característica que le concedió un carácter más emotivo y narrativo a las obras. La maldad se refleja en rostros grotescos, con gestos muy marcados, inclusive con verrugas, que contrastan con la pasividad de Jesús y su resignación ante la voluntad de su padre, en piezas como Caída de Cristo o Jesús coronado de espinas.
Poseedor de una gran cultura adquirida gracias a la lectura, amén de su relación con la élite religiosa, Zendejas tuvo la oportunidad de generar un conocimiento que se reflejaba en sus pinturas. Fue un creador cuyo trabajo salía de su intelecto, y como parte de estas demostraciones de su “hidalguía artística”, está el acto de autorretratarse en composiciones religiosas.
“Prueba de ello, es la obra San Agustín ordenándose obispo de Hipona, que se exhibe en la muestra y donde él aparece detrás de un prelado, en la parte superior izquierda del cuadro, para hacer referencia al círculo al que pertenecía”.
En la exhibición se aborda la influencia que legó al morir, en 1815, a los 95 años de edad. Dejó un estilo que retomaron varios artistas, entre ellos su propio hijo Lorenzo, de quien se incluyen dos piezas: Caída de Cristo en la Vía Dolorosa y Entierro de Cristo.
Las obras restauradas para la exposición corresponden a la serie La Pasión de Cristo: lienzos de mediano y pequeño formato que se encontraban en mal estado, por lo que se les hizo una limpieza y el retiro de repintes previos mediante la técnica de rigatino. Los trabajos se realizaron en el taller de restauración del museo, encabezado por Bárbara Lara.
Derivado de este tratamiento, se pudo determinar el formato original de los cuadros, que probablemente fueron modificados de tamaño para ser enmarcados y colgarlos fácilmente. Como parte del ejercicio curatorial y museográfico, se reconstruyó virtualmente un esquema de cómo debieron de haber lucido originalmente en el retablo.
Para generar la narrativa de sus obras, Zendejas debió inspirarse en el volumen Piadosos ejercicios sobre la Sagrada Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, escrito en 1852 por el sacerdote Mariano José de Ibargüengoitia, que aborda la oración mental y recomienda que para efectuarla exitosamente se utilice el recurso de las imágenes.
La Parroquia de San José, ubicada a una cuadra del museo, es sede alterna de la exposición. El recinto conserva gran cantidad de cuadros firmados o atribuidos al pincel de Miguel Jerónimo Zendejas. “El objetivo es que los visitantes puedan apreciar las obras en los lugares para los que fueron creados y conozcan su función original: la devoción”.
La exposición permanecerá hasta el 2 de octubre en el Museo de Arte Religioso, Ex Convento de Santa Mónica, ubicado en la calle 18 Poniente N° 103, en el Centro Histórico de la Ciudad de Puebla. Los horarios de atención son de martes a domingo de 10 a 17 horas. Costo de acceso: 40 pesos.