Bruni…le canta a Sarkozy, ironiza a Hollande en nuevo disco

El nuevo álbum de la exprimera dama de Francia Carla Bruni ha causado polémica incluso antes de su lanzamiento, este lunes. La razón: en él hay referencias a su paso por la vida política del país.

Bruni lleva varias vidas. Además de ser madre y presidenta de una asociación que lucha contra el analfabetismo, tiene una carrera como modelo y cantante -según nota de BBC Mundo-.

Menos de un año después de dejar el palacio presidencial francés del Eliseo –tras la derrota de su esposo Nicolas Sarkozy en las presidenciales en mayo del año pasado–, Bruni vuelve a sus primeros amores, al estrenar su cuarto álbum, titulado «Little French Songs».

Al parecer, es difícil ser una cantante como las demás después de pasar años casada con un jefe de Estado. Antes del lanzamiento oficial, la prensa ya estuvo desmenuzando las letras de las canciones para analizarla y conseguir rastros de su vida con el exmandatario francés.

Los más románticos no se verán decepcionados. En uno de los 11 temas del álbum, Carla Bruni-Sarkozy le canta su amor a su esposo, que dirigió Francia de 2007 a 2011. La canción no lleva el nombre de Nicolas, sino el de «Mon Raymond».

«Mi Raymond esta cañón, es una bomba atómica. Cuando llega, la verdad, el aire se vuelve eléctrico. Mi Raymond es complejo, sentimental y táctico», dice. «Y aunque viste corbata, mi Raymond es un pirata», añade.

Con su voz ronca y su guitarra, Bruni alterna los temas melancólicos con energía folk.

Letras polémicas.

Además de los temas revelados al público antes del estreno del álbum, la letra de una canción se filtró a los medios de comunicación franceses y desató una polémica. Algunos periodistas vieron en el «Pingüino» de la cantante, una referencia al actual presidente, François Hollande.

Hollande, el «pingüino».

Bruni escribe: «Ni bello ni feo, el pingüino. Ni alto ni bajo ni aquí ni allá. Ni frío ni caliente, el pinguino. Ni sí ni no ni todo ni nada, nada, nada, nada, nada de nada, no».

«Son maleducados los pingüinos, tengo que darles clases de compostura. Eh pingüino, si algún día te vuelves a cruzar en mi camino, te voy a enseñar pingüino, te voy a enseñar a hacerme el besamanos». Y sigue: «Mira pingüino, te ves muy solito en tu jardín».

Algunos periodistas franceses creen ver en esta letra una referencia a la fotografía oficial del mandatario socialista, en la que aparece solo en los jardines del palacio presidencial.

En cuanto al besamanos, algunos argumentan que a Bruni no le gustó la actitud de Hollande durante la ceremonia oficial de entrega de poderes, en mayo del año pasado, cuando el nuevo presidente y su esposa no acompañaron a la pareja de sus predecesores hasta su automóvil.

La letra concluye: «No es para mí, el pingüino. Prefiero las ciervas, los gatos, los perros, los tigres, los leones o los delfines, los pingüinos no, los pingüinos no… no».

¿Está entrando Carla Bruni en la larga tradición francesa de la sátira política, al igual que famosos autores como Jean de La Fontaine, que transformaba a los políticos del siglo XVII en animales?

La cantante niega todo tipo de referencia al actual mandatario de Francia y dice que es una canción dirigida a los maleducados en general. Afirma que sus temas «no tienen intenciones políticas».

Hollande, por su parte, reaccionó con humor y comentó que el pingüino es un animal «bastante bueno».

Canciones intimistas.

Sin embargo, otras referencias potencialmente políticas se encuentran esparcidas en otras canciones.

«Keith et Anita» evoca un día de verano en casa del rockero Keith Richards y la modelo Anita Pallenberg, en la década de los años 70. Bruni canta, por ejemplo: «En una basura, con la nariz al cielo, en un túnel, bajo tutela, en un hotel, un Sofitel, en Singapur o Bruselas, al amanecer, en el gran cruce, estamos donde podemos».

Desde hace dos años, el Sofitel está asociado para muchos franceses con el caso de Dominique Strauss-Kahn, el ex jefe del Fondo Monetario Internacional detenido por presunta agresión sexual contra una de las empleadas del hotel en Nueva York.

Hasta ahora, la cantante ha vendido unas tres millones de copias de sus tres primeros discos. Su gran éxito fue el primero, «Alguién me dijo», lanzado en 2002.

La exprimera dama parece consciente del impacto que puede tener su anterior papel en la manera en la que se escucha su música.

«Pienso que tiene un impacto fuera de Francia. Me abre las puertas de países a los que nunca hubiera pensado viajar, y voy a aprovechar esta oportunidad para ir cantar allá», dijo Bruni en una entrevista con la revista francesa Elle.

«Sin embargo, no creo que tenga impacto den Francia por el momento. Tengo la suerte de poder hablar de mis canciones. Y además mi esposo ya no es presidente de la Répública», agregó.

El álbum propone canciones intimistas, entre ellas un homenaje a su doble cultura, con «Dolce Francia», en la que Bruni canta en italiano la famosa «Douce France» de Charles Trenet.

Todavía no se sabe cuantos ejemplares van a venderse.

Sin embargo, lo más seguro es que la dulce Francia para la que Carla Bruni canta seguirá tratando de descifrar sus letras para poder observar por esta ventana la vida íntima y política de una pareja que ya ha hecho correr ríos de tinta.