En Nochebuena se tiene derecho a descargar años, pecados y remordimientos para sentirse como niños recién nacidos, capaces de lanzarse a la alegría y la esperanza, destacó el cardenal Norberto Rivera Carrera.
Al presidir esta noche la misa solemne para recordar el nacimiento de Cristo en la Catedral Metropolitana, el arzobispo primado de México señaló: “hagámonos niños y acerquémonos con confianza al pesebre para adorar el verbo eterno de Dios hecho niño”.
A todo aquel que reciba a este niño recién nacido, “Dios le da el poder de transformarse en hijo de Dios, es decir, de renacer a una nueva vida, independientemente de la edad o de los méritos personales”, enfatizó.
Por ello, el prelado argumentó que nadie está excluido a la alegría de la Nochebuena y pidió que no se sientan relegados el pecador, el anciano cargado de años, ni aquel que en su vida diaria se ha olvidado de Dios.
El cardenal exhortó en su homilía a que las luces que iluminan la gran ciudad y las de todos los hogares “nos recuerden el misterio de la luz que esta noche celebramos y nos inviten a recibir a aquél que es la luz verdadera».
La luz de Jesús no sólo es ilustración de la inteligencia, pues “su luz es contraposición al pecado que son las tinieblas, aceptar su luz es aceptar que se disipen también las tinieblas morales del corazón, es pasar de las tinieblas del pecado a la luz de los auténticos valores evangélicos”.
Rivera Carrera deseó a los fieles católicos una feliz Navidad y les pidió llevar esa luz “a sus casas, barrios y vecindarios».