Con una estructura que a momentos se antoja teatral, pero que cobra múltiples dimensiones gracias a la habilidad del director argentino Matías Piñeiro, el filme Viola promete ser una de las joyas a presentarse en el 33 Foro Internacional de la Cineteca.
Del 22 al 27 de abril, el público podrá disfrutar de esta producción en la que el cineasta intenta descifrar la sicología femenina a través de dos protagonistas: Viola y Cecilia, mostrando a los personajes masculinos como meros complementos en una trama que se presenta y desarrolla en apenas 65 minutos.
Sin embargo, la corta duración del filme, en opinión de críticos como Werner von Hor, lo convierte en una pequeña joya, en un postre exquisito, como diría Woody Allen, al estilo de la novela Padres e hijos, de Turguéniev y donde al final, lo que cuenta es el plasmar en un lienzo un bello boceto de la naturaleza humana.
Con las actuaciones de María Villar, en el papel de Viola y Agustina Muñoz, en el papel de Cecilia, la trama sigue ciertos enredos dramáticos que se combinan con el ensayo de una obra de Shakespeare, donde Cecilia actúa con Sabrina, interpretada por Elisa Carricajo.
Mientras tanto, Viola, quién sobrevive vendiendo copias de DVDs piratas y de vez en cuando, de guía de turistas, se mantiene cercana a las dos actrices; su novio Javier, no puede quitarle los ojos de encima a Cecilia, quién es la estrella de la obra Noche de reyes.
Piñeiro hace uso de la voz en off y de las recitaciones de diversos pasajes de la obra de Shakespeare, para ilustrar lo que ocurre con las protagonistas, tanto en su mundo interior como en la interacción con aquellos que las rodean.
A medida que avanza la trama, el espectador se da cuenta de que existen dos mundos en la película, aquel atemporal marcado por el teatro y las situaciones pensadas siglos atrás por el bardo inglés, así como la vida cotidiana, dónde las dudas personales existen y la amistad puede sufrir diversas vueltas de tuerca.
Y mientras Viola reparte películas en su bicicleta y su cercanía con las protagonistas se hace cada vez más estrecha, se vislumbra también su utilidad como el verdadero conector de la realidad de las actrices, aquél que traspasa el mundo del escenario y lleva las nociones de amor de Shakespeare a las calles y los jardines.
Con un guión que plantea más preguntas que respuestas y sin proponer un mensaje, Piñeiro se vale también de la fotografía con look setentero de Fernando Lockett, que fue muy bien recibida por el público de la Berlinale.
El director ha dicho que la película refleja diferentes formas de ver el amor. «Las nociones de amor del film son quizás las compartidas con Shakespeare o como cuando uno lee a Shakespeare y encuentra felices coincidencias. Las repeticiones de los versos de Shakespeare a lo largo de la película acaba dando otro sentido al texto”, afirmó Piñeiro, durante su paso por el festival europeo.
El espectador se da cuenta al final, que en realidad el supuesto conflicto de la cinta es una muñeca rusa que contiene mucha inocencia y situaciones en las que el desamor parece toparse con un punto de vista un tanto adolescente.
Sin embargo, algo tienen las interpretaciones de las actrices y su belleza que seducen a quién las mira, y es ahí donde muchos encuentran el verdadero sentido de la cinta de Piñeiro: una oda al eterno femenino, una oda al estilo Truffaut, como aquella de El hombre que amó a las mujeres, dónde con pasajes de Shakespeare o no, lo que importa es mirar la belleza femenina.
Viola, de Matías Piñeiro, se presenta del 22 al 27 de abril en el 33 Foro Internacional de la Cineteca nacional. Para mayores informes consultar la cartelera en www.cinetecanacional.net