MÉXICO, D.F., abril 7 de 2012.- Junto a La mujer sentada, una mujer adulta llevó su mano hasta la cabeza para reproducir el gesto de coquetería que tiene la escultura y sonrió a la cámara de su acompañante. Muchas mujeres, familias, adolescentes y turistas se han acercado a ver la exposición de Fernando Botero, quien con esta muestra celebra 80 años de vida.
El INBA informó que hubo 15 mil personas el primer fin de semana. Esta semana de vacaciones, cada día, más de seis mil personas visitaron la muestra y se esperaba incremento para el jueves y viernes. La explanada de Bellas Artes, donde están cinco esculturas gigantes, ha sido retratada infinitas veces; ahí se aglomeran cientos para la foto, otros tantos hacen largas filas, a pesar del sol y de los tumultos. El gesto de tocar la escultura se multiplica: se escribe sobre el polvo que hay en ellas, se posa por los cuatro costados del Caballo.
En el segundo día que llegó a ver la muestra, pues el primero no logró entrar, Manuel Aquino dijo de Fernando Botero: “Se da libertad de pintar cosas diferentes a como se estila en la información publicitaria o con modelos occidentales”.
En la fila estaba Beatriz, nutrióloga: “Me gusta mucho tomar fotos de esculturas grandes para mi consultorio o la casa. Las esculturas son hermosas, voluminosas, por eso me gustan”.
Marco Antonio, periodista, dijo: “A mi hermano más chico, desde principios de los años 90, yo le decía Mariano Botero porque andaba con puras gordas. Siempre me ha caído bien este tipo, se burla de todo, el prototipo de esculturas es formidable”.
Tras recorrer las siete salas de exhibición, Héctor Durán comentó: “Botero es un artista fenomenal, me parece muy bien montada, son 177 obras entre cuadros y esculturas, te necesita gustar Botero, a mí me gusta Botero. La exposición toca desde sus inicios, las series de Toros, El Circo, me parece muy buena. Lo que me ha sorprendido mucho es la cantidad de jóvenes que han venido, en la cola había cuatro adolescentes atrás de mí. Me gustó mucho que haya tantos jóvenes y que haya tanta fila para entrar”.
Al lado de Durán estaba María, pintora, quien destacó ese vínculo que hace el espectador con el arte de Botero: “Le hace a la gente tener mucho más gusto por el arte. El toque especial del volumen es lo que lo hace único, porque los temas son recurrentes. Cada artista queda para la historia por el hecho de ser muy personal”.
El día de su cumpleaños, Estela Barrales llegó desde Tlanepantla, Estado de México, con cuatro amigas; el grupo también posó ante la escultura La mujer sentada: “Es formidable su arte. Son hermosas, divinas”. Maripaz, una de sus compañeras, expresó: “A mí me encanta, les dije ‘vamos a ver a alguien que es más gordo que nosotros’. Nos fascina, la forma, el estilo, y todavía vive, es contemporáneo”.
“No hagas cola, si no es tortillería, es museo”, se oyó decir a un padre de familia que avanzaba por la sala de las esculturas de pequeño formato, donde también existe esa “alternativa” de tocar las esculturas porque, como dijo un vigilante, el mismo Fernando Botero, durante el montaje, les pidió que permitieran que el público lo hiciera porque de esa manera las esculturas se llevarían la vibra de todos y cada uno de los visitantes.
Para José Alberto Adame, quien fue bibliotecario en la Universidad, “esto es muy bello. Sí vale la pena venirse a asolear un rato”.
Al salir de la sala donde se expone la serie de pinturas en torno de Abu Ghraib, Hilda Valero Lozano y Rogelio Jiménez, quienes vinieron de San Luis Potosí, dieron su impresión:
“Nosotros sabíamos que pinta volúmenes, pero no nos explicábamos el por qué. Estuvimos en la sala de cine, que creo que es muy, muy importante, porque ahí es donde explica el por qué de las cosas. Vimos algo en lo que normalmente no nos fijamos, que es el hecho de que aplica diferentes técnicas, como el lápiz, el carboncillo, la acuarela, supimos lo que es el carboncillo en rojo, la sanguina, eso nos deja un conocimiento mucho más amplio de lo que es Botero. Vimos la sala de Abu Ghraib y qué bueno que pintores como él hagan esa denuncia… Todo eso lo aprendimos en un ratito; es una maravilla porque es así como se logra la cultura en este país”.
Rogelio expresó: “Es una gran oportunidad que hayan logrado reunir toda esta cantidad de obras suyas para tener en un tiempo muy corto una idea general de su trabajo. Aún así yo no entiendo la falta de sonrisas en sus obras, porque aún cuando en sus declaraciones habla de que el arte debe tender hacia lo amable, destacar la sensualidad y el placer, aún en las escenas donde eso se destaca, no veo sonrisas, eso no lo entiendo bien”.
Agencia El Universal