Vaya que la mercadotecnia del rock sigue dando sorpresas. Una de las más recientes es la aparición, en algunas librerías del D.F., del insólito libro Rock Shrines, de periodista británico Thomas H. Green, habitual colaborador del diario Telegraph y de las revistas Mixmag y Q.
El libro trata sobre los santuarios del rock más visitados como Graceland, la casa de Elvis; el Lennon Memorial, en el Central Park de Nueva York, o la tumba de Jim Morrison, en París.
Lo novedoso de volumen que ronda los 500 pesos en la edición importada de Collins Desing (de HarperColling Publishers) es que no discrimina entre los grandes santones del rock, la segunda división, la tercera y hasta especímenes de la cuarta.
Juntos –pero no revueltos— comparten páginas profusamente ilustradas con selecta memorabilia base de facsímiles y documentos tanto de los muertos vivos que más cotizan en el terreno de la nostalgia inmediata como de los discretos, de los que pocos saben que pasaron a mejor o peor vida.
Green, quien se inició en la escritura de la música cubriendo las fuentes del dance y la electrónica en los años 90, comenzó a documentar las muertes de muchos iconos de la cultura del rock y el pop, al mismo tiempo que se dio a la tarea de reunir documentos reales, fotos poco convencionales, cartas de puño y letra de los músicos, primeras planas que hablaban de los decesos o actas de defunción para luego acomodarlos, a escala en las cinco bolsas que vienen distribuidas a lo largo del libro bajo los nombres de “Buddy Holly”, “ Dennis Wilson” (el Beach Boy), “Elvis Presley”, “Janis Joplin”, “Jim Morrison”, “Jimi Hendrix”, “John Lennon”, “Kurt Cobain” y “Roy Orbison”.
Pura fauna
Entre la variada fauna roquera, Green exploró en el territorio particular tanto de figuras pop como de iconos del soul, el reggae, la psicodelia, los punketos, los rastas, los amos del funk, etcétera, mostrados en fotos poco convencionales y con una ficha particular.
Cada una incluye descripción, detalles de su desaparición, de cada capilla o santuario y casi la aleación de algunas las estatuas o bustos sobre los que sus fans les dejan algún objeto a manera de tributo final.
Una publicación ideal para ese tipo de fan que no se contenta con tener a sus ídolos con su discografía completa, con sus DVD o con alguna que otra biografía, sino que, de manera fetichista, necesita alguna esencia real inmediata del idolatrado, aunque ésta sea en forma de reducción del original
El prólogo del libro corrió a cargo de Pamela Des Barres, tal vez la groupie más famosa del rock que, dicho sea de paso, se llevó a la cama a muchos roqueros, entre ellos a Morrison, Jagger, Jimmy Page, y algunos de los muertos del libro, de esos que comenzaron como mitos para luego volverse estrellas y finalmente leyendas.
La lista incluye 40 nombres de los que, salvando a los obvios (Lennon, Morrison, Presley), destacan Bob Marley, Brian Jones, Dee Dee Ramone, Duane Allman, Joe Strumer, Jerry Garcia, Kieth Moon, Marvin Gaye, Ronnie Van Zant, Sam Cooke, Patsy Claine, Nico, Steve Ray Vaughan, Woody Guthrie, Robert Johnson, además de 10 lápidas de última (de)generación: Billy Fury, Bon Scott, Eddie Cochran, George Harrison, James Brown, Johnnny Kidd, Nick Drake, Sandy Denny, Stuart Sutcliffe y Frank Zappa.
Nadie sabe para quién se muere.
Agencia El Universal