El oso negro mexicano es una especie emblemática en nuestro país. Su población se distribuye tanto en la Sierra Madre Occidental como en la Sierra Madre Oriental hasta su límite sur con la Sierra Gorda en Querétaro; el cual, se enlista como una especie en peligro de extinción, excepto en la Sierra del Burro, Coahuila, donde está sujeta a protección especial, la condición más baja de riesgo para poblaciones silvestres.
La población de oso negro distribuida en la Sierra del Burro representa un ejemplo excepcional de conservación, dadas las condiciones de su población respecto del resto de esta fauna distribuida en otras regiones del país.
La cacería furtiva y la fragmentación y degradación de su hábitat figuran entre las principales amenazas que afectaron negativamente a las poblaciones de oso negro. No obstante, en la Sierra del Burro ese proceso se pudo revertir gracias a la colaboración del Gobierno Federal y los ganaderos interesados en la conservación, ya que al establecer Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) se generó un proceso en el cual la actitud y decisión de los habitantes de esas tierras fue determinante para conservar esa zona, única por sus características fisiográficas.
Mediante estos esquemas se ha controlado tanto el sobrepastoreo como otros impactos causados al hábitat natural, permitiendo que la flora y fauna se recuperara en terrenos previamente perdidos. De igual manera, el manejo del agua en el territorio propició la ampliación de hábitat disponible para los osos y que en general mejorara el estado de conservación de esos plantígrados.
Tales medidas fueron exitosas y lograron proteger y recuperar diversos hábitats silvestres, lo cual trajo consigo un aumento en la población del oso negro. En la Sierra del Burro esta especie ha sido estudiada y monitoreada, entre otros factores, gracias a los programas de manejo de las Unidades de Manejo Ambiental (UMA), situación que ha repercutido en que ejemplares de la población de oso negro de Coahuila se desplacen hasta la Sierra del Carmen y el Parque Nacional Big-Bend, en Texas.
Tras concluir la temporada de incendios forestales, tanto pobladores de la zona como personal de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), realizan acciones de ayuda a la fauna afectada con la instalación de comedores y bebederos para que diversas especies regresen a su territorio. Además que la Semarnat apoya a los ranchos afectados.
De acuerdo con la ley ambiental mexicana, atentar contra un oso negro puede tener diversas sanciones que alcanzan de tres o hasta nueve años de prisión.