Un estudio realizado por Stuart Brody de la Universidad del Oeste de Escocia en colaboración con científicos belgas, mostró que la capacidad orgásmica (vaginal) es altamente predecible al observar la forma en la que una mujer camina: una zancada grácil y acompasada es el sabor distante del orgasmo femenino.
En el estudio se grabó en video a una serie de mujeres a las que se les pidió que caminaran pensando en un clima cálido y luego en un hombre con el que tenían o habían tenido una relación erótica. Los investigadores luego observaron el video y tuvieron que decidir cuáles de las mujeres tenían una mayor habilidad orgásmica. Las mismas mujeres que participaron en la caminata de evocación erótica respondieron un cuestionario sobre sus relaciones sexuales y su frecuencia orgásmica.
Los resultados mostraron que los investigadores, sexólogos expertos, atinaron en más del 80% la capacidad de obtener orgasmo vaginal de las mujeres que participaron en el experimento.
El análisis mostró que la suma del largo de la zancada y la rotación vertebral, así como la “ausencia de músculos tanto flácidos como hipertensos” significan una mayor capacidad de orgasmo vaginal en una mujer. “Esto podría reflejar el flujo energético libre, sin bloqueos, de las piernas hacia lo largo del pelvis y de la espina”, señalaron los autores, en una descripción que hace pensar más en el misticismo oriental y en el paso de la serpiente kundalini que en los postulados de la ciencia.
Se especula si los resultados tienen que ver con una predisposición anatómica a una mayor o menor tendencia para experimentar orgasmos vaginales o si las mujeres que tienen orgasmos vaginales desarrollan más confianza y reflejan esto en su forma de caminar (los investigadores hacen referencia a que el orgasmo vaginal ha sido ligado a una mayor salud mental).
No hay duda que la forma en la que camina una mujer dice mucho, tanto que tal vez sea una de las formas sutiles con las que la biología parece promover que ocurra el santo grial de la evolución entre animales complejos: la transmisión de genes a través de la cópula. Ese enigma popular que está enfrascado en la frase “la forma en la que se mueve/the way she moves” cobra una dimensión científica, añadiendo a la dimensión del deseo inefable y cuya explicación trasciende la racionalidad. El movimiento pélvico propio de lo “orgásmico” es leído consciente e inconscientemente por el hombre: no solo tiene una relación con el paradigma de lo sexy, también con la fertilidad: recordemos que las mujeres reportan una mayor frecuencia de orgasmos vaginales en periodos de mayor fertilidad y que una de las posibles funciones evolutivas del orgasmo es retener mayor cantidad de esperma y por lo tanto aumentar la posibilidad del embarazo.
Pero más allá de esta transparencia orgásmica del caminar femenino, es posible que todos nuestros movimientos y cada parte de nuestra anatomía revele nuestra historia —como bio-hologramas—, nuestras debilidades y fortalezas, al menos para alguien con la sensibilidad o los aparatos necesarios para medirlo. Seguramente algunas mujeres sabrán leer en la forma de caminar de un hombre señales sexuales —quizás auscultar la fuerza de su sistema inmunológico, su capacidad de llevarlas al orgasmo, su cantidad de parejas sexuales, etc. Pese a la fascinante sofisticación del ser humano moderno, seguimos siendo “monos desnudos”, siguiendo los patrones y las improntas de la biología evolucionista y quizás de una manera más profunda repitiendo las mismas historias —narrativas electoquímicas y mitopoéticas— que se escribieron en el origen, en las estrellas y que de alguna forma “nos deletrean”.