México, D.F.- Restos óseos de aproximadamente 25 niños que datan del siglo XVIII, fueron hallados en el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, mejor conocido como “El Cerrito”, ubicado en el municipio de Sombrerete, Zacatecas. El hallazgo se registró durante los trabajos de restitución y nivelación del piso en la nave del recinto religioso, y de acuerdo con los especialistas, por la cantidad de esqueletos encontrados podría tratarse de infantes que murieron por una epidemia.
Tras recibir el reporte del hallazgo fortuito por trabajadores de la obra, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) designó al antropólogo físico Gerardo Valenzuela para confirmar el descubrimiento y hacer el registro correspondiente de los entierros.
Las osamentas, que corresponden a infantes de recién nacidos hasta los 14 años de edad, estaban depositadas en ataúdes de madera y otros directamente sobre la tierra. “Únicamente se encontró un pequeño féretro completo, de madera de pino, muy sencillo, y del resto sólo quedaban algunos fragmentos”, abundó el especialista de la delegación del INAH en Zacatecas.
Si bien, el uso de ataúdes podría reflejar un nivel socioeconómico, el antropólogo explicó que esta característica se mide de mejor manera a partir de la proximidad de las sepulturas con el presbiterio, ya que en la época de la Colonia se acostumbraba que la gente de mejor posición social se enterrara más cerca del altar.
El antropólogo Valenzuela añadió que los restos óseos estaban a una misma profundidad, aproximadamente a 15 cm, lo que indica que corresponden a la misma temporalidad (siglo XVIII) y que los niños pudieron haber sido víctimas de un mismo evento —quizá una epidemia— que les ocasionó la muerte.
“Es importante reconocer que las edades de estos niños indica algún problema que existió durante su desarrollo, ya que ni siquiera pudieron llegar a la adolescencia, pero para saber la razón del fallecimiento tendría que hacerse un estudio especializado en busca de algún tipo de huella en los huesos, como consecuencia de ciertas enfermedades”.
“Por ahora no se puede dar una conclusión sobre las razones de por qué se encontraron únicamente restos óseos de niños, puede ser que la parte de adelante hubiera estado destinada a lo que llamaban ‘angelitos’ en la religión católica, por estar más cerca del altar. Pero estas son simples hipótesis, habría que hacer un análisis minucioso de toda la muestra y estudiar bien el área”.
El especialista del INAH comentó que las osamentas se hallaron en los alrededores de la nave, donde se hicieron pequeñas calas de 15 cm de profundidad y 20 cm de ancho. “Todo el centro de la nave debe estar lleno de restos óseos, incluso también se hallaron huesos aislados de personas adultas”.
Con relación a la historia del Nuestra Señora de Guadalupe, mencionó que no hay mucha información al respecto, sólo se sabe que en la región se asentó una orden de frailes franciscanos, pero no se podría asegurar que la iglesia perteneciera a la misma orden. “Es una nave sencilla, con un pequeño presbiterio, y se encuentra en un cerro de poca altura”.
El antropólogo Gerardo Valenzuela expresó que se hizo el registro de los restos óseos y del lugar donde fueron encontrados, y se dieron indicaciones para no seguir excavando en ese espacio del templo.
Añadió que las osamentas fueron reinhumadas en un área dentro de la misma nave de la iglesia, fuera de riesgo de volver a ser excavada, y se colocó una nota que indica que dichos restos ya habían sido descubiertos y registrados.
“Si se autoriza un proyecto de investigación, podremos hacer una exploración sobre las características de los entierros, la antigüedad del templo y la población que ahí habitó; sabemos que era una sociedad minera que se estableció desde mucho antes de que se erigiera el templo, incluso llegó a ser la segunda en importancia después de la ciudad de Zacatecas por el auge de la zona, con minas muy ricas en plata y otros minerales”, concluyó el antropólogo.