México.- Delfos, la compañía de danza contemporánea, cumple 20 años de vida. Su historia es casi única en la escena mexicana. No sólo se ha consolidado como uno de los grupos dancísticos más importantes del país, incluso son una referencia internacional, también han formado bailarines que hoy alimentan los escenarios, principalmente, en el occidente de México.
Sus méritos, ha escrito la crítica especializada, son muchos. Las dos décadas permiten la celebración e invitan a la reflexión en torno a las dificultades que enfrentan los intérpretes y coreógrafos del país, aún con solidez artística.
Los nombres de Claudia Lavista, bailarina y coreógrafa, reconocida por el gremio como una de las mejores intérpretes de su generación; y Víctor Manuel Ruiz, son conocidos en Mazatlán, Sinaloa; son los directores de Delfos. Ella, incluso, como la cabeza más visible de la compañía fue figura de una campaña a favor del turismo en Mazatlán y es invitada a programas televisivos de la región para informar sobre su quehacer.
El dato no es menor, en México son poquísimos los creadores de esta disciplina que pueden ser reconocidos como emblemas del lugar en que residen.
No es para menos, Delfos, después de nacer en la ciudad de México en 1992 y dar su primer grito de vida con la obra Trío y cordón, con el que ganaron el Premio Nacional de Danza INBA-UAM, el más importante dedicado a esta disciplina, que entonces gozaba de gran prestigio y aceptación; se fueron a Mazatlán en 1998 para apostar por la descentralización. Además, crearon la Escuela Profesional de Danza Contemporánea, que desde entonces ha formado bailarines que a su vez se han creado grupos destacados como Lux Boreal, en Tijuana.
En suma, dice el crítico de danza Gustavo Emilio Rosales, director de la Revista DCO, publicación especializada en danza, en 20 años Delfos no sólo ha conquistado éxitos inigualables, como ser de las pocas agrupaciones que a lo largo del tiempo se han mantenido con un elenco mayoritariamente estable; también ha sabido sobrevivir al hastío de estar en la provincia, a la incultura que se respira en muchas partes regiones del país, a las crisis económicas y a sus propios enfrentamientos como compañía.
Razones para celebrar
Claudia Lavista, dice, ignora las claves del éxito y la permanencia, pero asegura que lo alcanzado, como giras a Canadá, Estados Unidos, Brasil, Francia, Italia, España, Grecia, Corea, Singapur y Sudáfrica, es resultado de una disciplina rigurosa y de la voluntad de permanecer siempre activos.
“La maravilla de este proyecto es que es una fuente inagotable, siempre hay cosas que hacer y que decir. Hemos sido muy disciplinados y nunca hemos parado, todo ha sido tan vertiginoso. Hemos sembrado y cosechado constantemente y seguimos siendo un espacio de familia, un hogar en el que nos hemos podido desarrollar en muchas cosas. Llegar a 20 años nos hace mirar atrás y ver todo el trabajo, pero como en todos los cumpleaños, sabemos que al día siguiente la vida sigue”.
Y en medio de la fiesta, la realidad. Delfos, dice Lavista, no es, ni será, un grupo autosustentable.
“Ningún grupo de danza en México lo puede ser, todos tenemos una beca o fondos estatales, en este país damos poquísimas funciones y si no entras a la red de festivales te amolaste porque no tendrás trabajo en el año. Nosotros, por fortuna, tenemos el apoyo del gobierno de Mazatlán y hemos podido sustentarnos con becas, pero el día que nos quiten México en escena, nos vamos a tener que ir a aventar del faro de Mazatlán”.
Si bien Delfos tiene mucho qué celebrar, Gustavo Emilio Rosales, advierte que a 20 años de fundación el grupo está obligado a repensarse como artistas, para “dejar de ofrecer una danza que sólo es capaz de ofrecer un ejercicio de sentimientos”.
“Su mérito artístico ha sido también su ancla. La debilidad de Delfos ha sido permanecer demasiado fieles a un estilo, sin riesgos ni experimentaciones profundas, su estilo es y sigue siendo preciosista, su apuesta es bella, con bailarines hermosos, pero no contradicen las fórmulas. Han agregado diferentes tipos de disposición escénica, pero en el trasfondo es una danza que no va muy lejos. Para un público regular es ideal porque verá elementos hermosos y bien bailados, obtendrá un placer estético; pero para un público exigente no es la opción porque verá una danza complaciente que no profundiza”, opina.
Lavista, por su parte, ante la crítica y el elogio, afirma:
“Agradecemos mucho el halago y la crítica, porque nos hace reflexionar mucho. A veces podemos estar o no de acuerdo, pero siempre nos sirve el ejercicio de la reflexión. Independientemente de la crítica o el elogio, lo que sí podemos decir es que hacemos danza de calidad porque somos extremadamente obsesivos”.
La celebración de Delfos empezará en la ciudad de México, los días 12 y 13 de julio ofrecerán en el Teatro de la ciudad el programa “De la luz a la sombra”. El 17 pisarán el Palacio de Bellas Artes para ofrecer una retrospectiva, conformada con algunas de sus obras más representativas. En octubre se presentarán en el Festival Internacional Cervantino.
Agencia El Universal