Toronto.- Encarnar en la pantalla personajes de la vida real no es cuestión solamente de imitar en lo posible las actitudes, manierismos y rasgos físicos del personaje a representar, también conlleva sus riesgos tal como lo pudo constatar la actriz de origen chino Michelle Yeoh. Ella fue deportada por autoridades de Myanmar (la antigua Birmania) por su interpretación como la activista Aung San Suu Kyi en la película Amor, Honor y Libertad del director galo Luc Besson.
Conocida por sus trabajos cinematográficos en El tigre y el dragón y Memorias de una geisha, Michelle Yeoh logra el papel más importante de su carrera al encarnar la figura de Aung San Suu Kyi, la líder disidente que pugna por la democracia y que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1991. La actriz recuerda: “En ese entonces me sentí muy orgullosa de que una mujer asiática recibiera el Premio Nobel, fue inspirador para cualquier joven asiática descubrir los motivos porque los que lo ganó; ella luchaba por la democracia en una forma no violenta, utilizando el amor por la libertad como su arma”.
La cinta muestra la vida de la activista birmana que tuvo que sacrificar su vida familiar al lado de su marido británico, Michael Aris (interpretado por David Thewlis) y sus dos hijos. “Tenía tantas ganas de interpretarla que me comprometí para hacerlo lo mejor posible”, dice la actriz quien fuera Miss Malasia 1983.
“Aprendí a hablar en birmano, perdí 8 Kilos para verme como ella y para adentrarme en ella, leí mucho los libros que a ella le interesaban. Quería saber por qué le gustaba Gandhi y por qué aplicaba la no violencia, yo soy Budista y eso lo hizo un poco más fácil; viví y respiré en este papel durante los últimos cuatro años”.
Días increíbles
La experiencia la llevo a conocer a Aung San Suu Kyi cuando estaban rodando la película en Tailandia. La activista se encontraba en arresto domiciliario. “Sentí que era lo correcto ir a verla, tenía miedo y estaba nerviosa de que me cuestionara ‘¿por qué me estas interpretando?’ Pero me recibió con los brazos abiertos y como un miembro más de la familia, fueron dos increíbles días”.
Sin embargo, en la segunda ocasión que quiso visitarla en compañía de Luc Besson, fue retenida en la aduana del aeropuerto de Rangún. “No me dejaron entrar. En ese momento pensé ‘no me iré, no me pueden negar la entrada, soy ciudadana de Malasia y puedo ir a donde quiera’. Pero luego reflexioné que no le iba a hacer ningún bien a nadie”.
Ese mismo día fue deportada porque su nombre aparecía en una lista negra. “Las autoridades de allá fueron las que dieron la notificación de que no me dejaron entrar, pero regresaré”, sentencia la actriz quien alcanzó gran popularidad como Chica Bond El mañana nunca muere.
Agencia El Universal