Este miércoles, se enfrentarán por primera vez en debate los candidatos a ocupar la Casa Blanca, Barack Obama y Mitt Romney.
Los debates presidenciales, tal como los conocemos en la actualidad en Estados Unidos, se desarrollaron para la televisión.
Desde el histórico debate entre el republicano Richard Nixon y el demócrata John F. Kennedy, en 1960, los candidatos presidenciales de los dos partidos dominantes nunca se enfrentaban formalmente para esgrimir sus ideas.
Este debate, por ocurrir en un nuevo medio visual cada vez más popular que le llegaba a millones en un instante, marcó la pauta de cómo se debían postular y defender los argumentos. Más importante aún, sentó las bases de cómo el orador debe presentarse frente a las cámaras de televisión.
El medio exige que el locutor se concentre no tanto en lo que dice sino en cómo lo dice y no es cuestión de quién habla sino de cómo se ve quien habla. Es estilo sobre sustancia, es la imagen sobre el individuo.
Aunque las posturas políticas de los candidatos ya se han escuchado una y otra vez -y el discurso seguirá siendo el mismo durante los debates- un suspiro, un pestañeo, una frase fulminante podrían definir el resultado de una elección, sobre todo si es una contienda cerrada como la actual.