Desde que somos una nación independiente gran parte de nuestra clase política ha sido incapaz de reconocer algo tan evidente como que “la unión hace la fuerza”. Da lo mismo leer un libro de historia que un periódico, ver nuestras luchas de antaño o la actual discusión en el Congreso: la confrontación, la violencia, el sectarismo, siempre han marcado y lastrado nuestro desarrollo. Qué falta nos hace entender que con cada diatriba y con cada palabra airada que lanzamos nos debilitamos a nosotros mismos.
A contracorriente de esa visión hoy avanza la Concertación Mexicana. En nuestra más reciente reunión de trabajo celebramos un encuentro con el presidente electo, Enrique Peña Nieto, a la que asistimos René Arce, Ramón Sosamontes y el de la pluma.
Allí el presidente electo refrendó su compromiso con los objetivos democráticos y postulados éticos del Plan de la Concertación Mexicana, mismo que él firmó y que habrá de encabezar ya como primer mandatario.
También analizamos los avances en el cumplimiento del Plan, al que se han sumado líderes de todas las corrientes ideológicas. Ya son aproximadamente dos mil, mismos que han expresado públicamente su apoyo en actos celebrados en una veintena de ciudades.
Esta coalición es un espejo de la gran riqueza de pensamiento que hay en nuestro país. En sus filas trabajamos unidos ex dirigentes de todos los partidos nacionales, personas de las llamadas “izquierda” y “derecha”, activistas juveniles, guías de los diversos ritos de la masonería, sinarquistas, empresarios y sindicalistas, representantes de organizaciones de la sociedad civil y de las iglesias.
Nadie ha renunciado a su ideología. Nadie ha dejado atrás sus principios. Pero reconocemos que hay algo superior: el interés común de unir a México.
Se trata de apoyar al próximo gobierno para que sea el mejor de nuestra historia, el más incluyente, el más democrático, el más dialogante; esos son los objetivos asentados en nuestro Plan, no hay más acuerdo ni más interés que el expresado públicamente, con plena transparencia.
Hoy, con este refrendo del presidente electo, avanza en la opinión pública nacional una idea clave para nuestro desarrollo: que no hay un México de conservadores y otro de liberales; tampoco existe un México de izquierda y otro de derecha. Hay un solo México, fuerte, indivisible, lleno de energía, que construimos con la fuerza de la concertación.
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